Carlos Freer, cineasta
cfreervalle@gmail.com
Existen momentos de decisión, y esa fue la que tomamos hace 30 años, tras la caída de Somoza.
Junto con Edgar Trigueros, Olger Mora y Ricardo Ávila emprendimos la marcha hacia Managua. Íbamos con cámaras, grabadoras, rollos de película y mucha ansiedad por registrar aquel momento histórico. Ya habíamos filmado bastante –los del Centro de Cine– en la frontera. También habíamos filmado los actos de solidaridad con el pueblo nicaragüense. Pero aquello fue distinto; era ir a encontrarse con la historia.
Pasamos sin dificultad la frontera, no sin antes llenar las ventanas laterales del viejo Land Rover con banderas de Costa Rica.
Sabíamos que esa era la mejor credencial para nosotros. En efecto, no hubo retén que nos detuviera. En todo el recorrido el “gracias, ticos” fue nuestro permanente compañero.
Filmamos en el propio puesto fronterizo. Pasamos luego a San Carlos y Rivas. Nos percatamos de que la cosa era seria por la presencia de soldados survietnamitas –que apoyaban a la Guardia– que huían como fieras dispuestas a matar a quien se toparan.
Encontramos de camino tanques incendiados, camiones destruidos, ametralladoras antiaéreas, recién tomadas por “los muchachos”, y hasta un niño con una AK-47 en sus brazos.
Regadas por allí, calaveras con vestigios de carne entre los malares. Con esas tomas, empezamos a registrar la tragedia, que seguiré contándoles la otra semana.
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