Antonio Alfaro, periodista
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Con el número 10: ¡Paté Centeno!... Con el número 5: ¡Celso Borges!... Con el número 12... ¿quién?
¡Ah, ya no hay jugador número 12! ¡¿Y aquel que llena el Saprissa, el que hace cimbrar sus vigas, el que mete miedo a Estados Unidos, el que compra las camisetas y se enfunda en ellas? ¿El que las lleva pegadas al pecho, el que se siente traicionado con la venta relámpago de entradas para el Costa Rica - México del 5 de setiembre?
¿Qué podemos hacer nosotros?, dirá la Fedefútbol. Primero dar la cara. Si entregó a otros la venta de sus entradas, igualmente es responsable. Debe exigir y garantizar transparencia.
¿Están las entradas en manos de unos pocos? Hasta tonta me parece la pregunta. “Si alguien sabe cómo evitar la reventa, que me lo diga”, exclamaba ayer el federativo Rodolfo Villalobos ante las consultas de este mortal.
No es fácil, le creo; la reventa sabe más del negocio de entradas que la misma Federación, pero al menos inténtenlo. La FIFA, por ejemplo, establece fases de venta para el Mundial; en algunas, si la demanda sobrepasa la oferta, otorga los boletos al azar. Sería mucho pedir, lo sé; es más fácil entregarlas en concesión y dejar al jugador número doce fuera de convocatoria.
¿Y si el jugador número doce no paga caprichos y el estadio se ve medio vacío? Quizás se acuerden de él.
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