Erick Carvajal M.
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Teatro Nacional.- Faltan 10 minutos para el mediodía y la fila llega a la puerta. Es martes y estoy esperando para entrar al primer espectáculo del programa “Teatro al mediodía”.
Soy el décimo de la fila. Detrás de mí está un joven con corbata y sin saco, de fijo es oficinista. Detrás de él, hay otro con jeans y camiseta, estudiante universitario, y por la puerta, dos señoras de pantalón y suéter, ¿pensionadas?
Ya son las doce y la gente llega hasta el portón. Allí dan la vuelta y vuelven a entrar al Teatro. De forma que el último de la fila puede ver, con angustia, que las entradas se van como pan caliente.
La ansiedad aumenta con cada timbre que anuncia que la función está a punto de comenzar.
En la boletería, tres muchachas cobran a toda velocidad.
Un hombre, con tres entradas en la mano, pregunta si alguien quiere dos, y muchos alzan la mano. Nadie se quiere perder esta primera función.
Éxito total
Para este momento, no hay que ser ciego para darse cuenta de que la convocatoria es un éxito.
No solo por la cantidad de gente, más de 600 personas, sino por la diversidad de público.
“En la noche es imposible venir. Además de largo, es inseguro. Esta hora es perfecta”, me comenta Ricardo Chicas, vecino de Cartago, quien trabaja en el departamento de cómputo de BN Vital.
Fuera, el sol calienta la Plaza de la Cultura, los guías explican a los turistas la historia de nuestra joya arquitectónica y las presas nos recuerdan que estábamos en pleno centro de San José.
Jody Steiger, directora del Teatro Nacional, y María Elena Carballo, ministra de Cultura, tienen una sonrisa de oreja a oreja.
“Con esto, el Teatro no gana nada (monetariamente), pero es una gran satisfacción ver tanta gente”, dice Steiger, mientras mira a todos lados, en medio del apuro porque la función está a punto de comenzar y están retrasados.
“Una parte es financiada por el Ministerio de Cultura y la otra, por la empresa Credomatic. Esto nos plantea el reto de que en Costa Rica hay públicos muy diversos y que gustan de diferentes actividades culturales”, señala la Ministra, quien también está en el “corre corre” del arranque.
Llenazo en luneta
La luneta del Teatro Nacional luce un llenazo que conmueve el corazón. Hay gente en los palcos y en el famoso “gallinero”.
Las personas conversan y se refrescan con un abanico de papel que les dieron en la entrada.
El reloj sigue su marcha. La idea del “Teatro al mediodía” es ofrecer un espectáculo de 30 minutos, de buena calidad, y que logre arrancar los aplausos del público. Al cabo de ese tiempo, la idea es que todo el mundo regrese a sus labores del día.
Dentro, es inevitable extasiarse por la belleza de este lugar.
Las pinturas, esculturas y ese escenario que tiene en el centro un piano negro, hermoso.
Después de los agradecimientos y de la bienvenida, la Ministra y la Directora del Teatro dan por inaugurado el espacio.
Antes, piden a la gente que, si puede, compre las entradas con más anticipación para comenzar al mediodía en punto. Claro, para este momento son las 12:20 p.m. “Se nos hizo un poco de fila en la entrada, pero bueno, eso es lo de menos, lo importante es que están aquí y esperamos que disfruten”, dijo Carballo.
La magia comienza
Las luces del teatro se apagan y en el lado izquierdo del escenario salen Raquel y Ramiro Ramírez. El público aplaude.
Agradecen al público su presencia. El maestro Ramírez explica, como si estuviera frente a una clase universitaria, cuál será el repertorio que van a interpretar y de quiénes son las canciones.
Es música costarricense, de esa que muchos nunca hemos escuchado y que ni siquiera sabíamos que existía.
Voz encantadora
El piano suena y la voz de Raquel llena el teatro. No parece la voz de una mujer que haya pasado por una grave enfermedad.
Las dos primeras canciones son de Julio Mata: “Dime, ensueño dime” y “Desprecio”.
La música me transporta 50 años atrás, a una Costa Rica de traje entero, corbata, sombrero, calles empedradas y cocheros.
Los ¢500 representan un tiquete a la tranquilidad. Las 600 personas que estamos aquí, vamos a salir como nuevas.
De la mano de Raquel y Ramiro, conocemos canciones como “Panis angelicus” y “La casita” de Dolores Castegnaro; “Primavera” y “Vuelo supremo” (poema de Julián Marchena) musicalizado por el maestro Félix Mata.
Falta lo mejor
Pero aún falta lo mejor: “Noche inolvidable” de Ricardo Mora y “Recordando a mi puerto” de Orlando Zeledón.
El gran final es “Luna liberiana” de Jesús Bonilla, con arreglos de Manuel Matarrita, son el final de los Ramírez. Espectacular.
No quiero irme. Estoy tranquilo y relajado, me da miedo pensar que fuera me espera San José.
Esta capital que se debate contra pitos, carros, malas palabras, gente que camina rápido, humo, turistas, ventas callejeras, ladrones y y policías.
Quisiera esperar aquí sentado, hasta el próximo “Teatro, al mediodía”. Pero no puedo.
No se lo pierda
Próximas presentaciones: el martes 3 de marzo estará Edín Solís, guitarrista del trío Éditus. El martes 10 de marzo será el turno de los jóvenes pianistas del Instituto Superior de Artes y el martes 17 de marzo habrá un ensamble de percusión de EE. UU.
“Teatro al mediodía” es un programa de extensión cultural del Teatro Nacional, del Ministerio de Cultura y de la empresa Credomatic.
Las presentaciones, conciertos u obras teatrales se presentan solo los martes, al mediodía.
Para comprar las entradas debe ir personalmente a la boletería del teatro, de lunes a sábado de 9 a.m. a 4 p.m.
También se pueden reservar las entradas llamando al 2221-5341 o en la página web: www.teatronacional.go.cr.
Recuerde que la capacidad del Teatro Nacional es de 1.400 personas y en la primera presentación del martes pasado llegaron más de 600.
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