Esteban Rojas Sáurez
erojas@aldia.co.cr

Recibir clases en el salón de la iglesia evangélica de Poasito, no fue problema para Meilyn Alfaro de 10 años, quien llegó puntal y sonriente porque volvía a ver a sus compañeritas de escuela.

Su centro de estudio y de 225 alumnos más quedó muy dañado, tras el terremoto en Cinchona, el pasado 8 de enero.

“Es lindo estar de regreso con mis amigas. Espero este año aprender mucho de Matemáticas que es la materia que más me gusta”, comentó Meilyn.

Los 555 alumnos de los centros educativos de Fraijanes, La Laguna, Pavas de Carrizal, Cinchona, Poasito y San Rafael de Varablanca comenzaron lecciones ayer, casi un mes después que el resto de las escuelas del país.

Algunos pequeños siguen atemorizados por los sismos. María Belén Arroyo, de seis años, le preguntó ayer a su madre, Liliana López, hacia dónde corría si temblaba mientras estaban recibiendo clases.

En la escuela de Fraijanes, el director, Pablo Montero, explicó que un comedor y dos aulas, además de un pasillo, servirán de aulas mientras terminan de construir las cinco nuevas.

Montero explicó que buscan la forma de recuperar el mes que no recibieron lecciones.

Pero comenzar las clases así, no es fácil, como comentó Verónica Vega, madre de una de las alumnas.

Parte de las necesidades se solventaron con donativos.

A esta zona afectada por el terremoto, enviaron uniformes, zapatos y útiles escolares como cuadernos y libros donados por empresas como Payless, Coopeande y el IMAS.

Ayer se distribuyeron dos mil paquetes de útiles, mil pares de zapatos y 1.113 uniformes.

En los poblados afectados por el terremoto, se están construyendo aulas armables que tendrán un costo de ¢155 millones.

El Ministerio de Educación espera que la escuela nueva de Poasito esté lista en tres meses y medio y las aulas temporales, el jueves próximo.