El 3 de noviembre anterior, la vida de Sandra Calderón, de 50 años y vecina de Cristo Rey de Puerto Viejo de Sarapiquí, dio un giro de 180 grados.

De nacionalidad nicaragüense y madre de tres hijos, recibió una nueva oportunidad cuando en una operación, bajaron la temperatura de su cuerpo y le extirparon un tumor en su riñón. Hace cinco meses, Sandra viajó a Nicaragua para visitar a su familia. Allí, comenzó a perder el apetito y sentía constantes mareos.

En octubre, llegó al Hospital México, donde estuvo internada 15 días y se sometió a una serie de análisis.

“Me comunicaron cuál era el procedimiento al que me iba a someter. Me dijeron que era una operación riesgosa y que podía morir, pero me explicaron que si no me operaba, me quedarían seis meses de vida”, aseguró.

En ese momento sintió miedo y lloró, y no tuvo tiempo para pensar qué hacer, pues le avisaron tres días antes de la operación. “Le pedí a Dios que me ayudara y lo que me hizo decidirme fueron mis hijos y mis nietos y que esta sería una nueva oportunidad para vivir más tiempo”, explicó.