Domingo 22 de noviembre de 2009, San José, Costa Rica
Nacionales | Hace un mes fallecieron cinco y 34 resultaron heridos al desplomarse el puente en Turrubares
Las heridas no sanan en El Barro
  • AlDia.cr
    Con optimismo de cara al futuro.

Erick Carvajal M.
ecarvajal@aldia.co.cr

Turrubares.- Ana Grace Abarca se reclinó, como siempre lo hacía, en la ventana del autobús y cerró los ojos. Cuando pasaba por el puente sobre el río Grande de Tárcoles escuchó el crujir de las tablas y en segundos estaba con el agua hasta el pecho.

Gritó desesperada por su hija, Nelly Arias, de 14 años, que venía en la parte trasera del autobús.

Cuando supo que estaba bien y que ya la habían sacado se sentó a esperar la muerte. “Pensé que el bus se iba a volcar y que ese iba a ser el final”, dijo el miércoles pasado en su casa.

Hace un mes, cinco personas perdieron la vida en ese accidente y 34 más resultaron heridas, Abarca era una de ellas.

Las heridas siguen abiertas en El Barro, pequeña comunidad de Turrubares de donde son la mayoría de los sobrevivientes y los familiares de las personas que perdieron la vida .

El lazo negro en la iglesia no está, pero si queda en la memoria de la comunidad como tuvieron que fallecer cinco personas para que en 22 días se hiciera realidad un sueño que tenía años de espera: un nuevo puente.

En medio de la indignación y el dolor, las familias salen adelante y tratan de dejar en el pasado la tragedia vivida.

Siente que está con ella

Yorleny Rodríguez siente que su mamá está en cada espacio de su casa. No cree estar loca, percibe su presencia en la casa.

Martha Artavia, de 56 años, fue una de las víctimas del colapso del puente en Turrubares.

“Uno siente que está aquí, que mueve las ollas, percibe lo que ella vivió”, indicó.

Yorleny se fue a la casa de su madre. No quiere que esa casa, donde vivió por años se pierda. “Aquí ella está conmigo, por eso me vine para acá”, comentó.

Su madre iba a finalizar un curso de costura del INA cuando sucedió el accidente. Estaba muy ilusionada.

“La máquina de coser me la recuerda el doble. Siento que nos va costar mucho, me siento sola, ya no la tengo a ella”, manifestó.

Yorleny tenía la costumbre de visitar a la mamá todos los sábados para compartir con ella.

“Mi hija me llamó y me dijo que el autobús se había volcado, eso fue todo lo que supe”, recordó.

No recuerda nada

Jacqueline Arias no recuerda nada del accidente. En su mente solo existen las imágenes del autobús antes del llegar al puente.

Arias quedó inconsciente luego de que el puente se desplomó y el autobús cayó al río.

Su mente se volvió a activar cuando se despertó en una de las camas del hospital México.

Arias tendrá que esperar tres meses para levantarse de la silla de ruedas con la que se mueve.

No puede sostenerse, tiene un brazo quebrado y asegura que también presenta problemas en uno de los ojos.

“Nunca pensamos que fuera a pasar nada. Eran años de pasar por ese puente”, comentó.

La frustración más grande es no poder caminar. Ella es una mujer de campo, acostumbrada al oficio de su casa y ahora hasta tienen que bañarla.

Sus hijas le ayudan con todo pero ella quiere recuperarse. “Esta Navidad va ser muy diferente a las demás”, dijo.

Nunca se separaron

En 18 años, José Francisco Arias nunca se separó de Natalia Meléndez. Siempre estuvieron uno al lado del otro.

Ahora tienen 30 días de separados. La distancia es solo física, porque él la recuerda a diario y de esa forma todavía se siente muy cerca de ella.

El mismo empeño que pone para no olvidar a su esposa, lo utiliza para hacerle frente a la vida y sacar adelante a sus tres hijos.

Esa fuerza también la utiliza para motivar a su hijo, Steven, de 15 años que estudia en el Colegio de Orotina.

“Le dije que tiene que ponerle porque su mamá se mataba trabajando para comprarle los libros del colegio y las cosas que necesitaba para estudiar”, recalcó.

El dolor disminuye un poco al saber que otros familiares sobrevivieron a la tragedia se están recuperando, poco a poco.

“Mi hija, Josselyn, es la que no acepta lo que pasó con la mamá, ella todavía la espera”.

Un mes sin mamá

Cesia Jiménez tiene un mes sin mamá. Sus días son tristes. Su madre, Norma Jiménez, de 57 años, fue el bastión donde se apoyó durante muchos años.

Ella la recuerda siempre, al desayuno, al almuerzo, al amanecer y al anochecer, cada vez que mira a sus hijas la evoca.

“Los sábados es más duro. Ella permanecía conmigo, venía o yo me iba a la casa de ella”, comentó.

Cesia le pide fuerzas a su madre. Las lágrimas aparecen con frecuencia y no quiere que sus hijas la vean llorar.

“Mi madre fue una mujer fuerte, valiente, trabajadora. Ella siempre nos dijo que el hogar es lo primero. Si en el hogar está el Señor, todo está bien”, recordó Jiménez.

Tuvo que dejar de trabajar para atender a su padre. Durante estos días ha podido sortear la situación económica a brincos y saltos, pero lo que nunca podrá brincarse es el recuerdo de su madre.

Un cambio muy brusco

Rosemary Campos no se acostumbra a la silla de ruedas. Ella era una mujer que estaba de aquí para allá, trabajando, haciendo el oficio de su casa.

Tres fracturas en la pierna y una en la cadera la tienen sentada en una silla sin hacer nada. Su esposo, Germán Cisneros, se ha convertido en su mano derecha.

Tiene 17 días de haber regresado a su casa, luego de estar internada en el hospital.

Hace un mes ella se dirigía al trabajo. El accidente fue rápido.

Eran las 6:20 a.m. y el autobús estaba a punto de entrar al puente. “Siempre se hacía trasbordo pero ese día no lo hizo. Se echó, iba como a medio puente, se sintió como los cables se reventaron, se escuchó el crujir de las tablas y inmediatamente estábamos en el agua”, dijo.

Ella nunca podrá olvidar que en sus manos falleció una de las personas. Aunque le sostuvo la cara, para que la tuviera fuera del agua, no pudo evitar su muerte.

Más esfuerzo en el colegio

Josselyn León, de 15 años, encontró en sus compañeros de colegio apoyo para superar lo que vivió en el río Grande de Tárcoles.

El accidente no se puede olvidar. Ella trata de bloquear esas imágenes, pero no puede evitar que regresen cada vez que cruza el puente.

León viajaba en la parte de atrás del autobús, y por eso no tuvo golpes de seriedad.

Sin embargo, en algún momento creyó que iba a morir, pero pensar en su madre y en lo que ella iba a sufrir con una noticia así, le dio valor para no rendirse y pelear por su vida.

Así de rápido como pusieron el nuevo puente, también pusieron un autobús para estudiantes, el cual lo habían solicitado desde hace dos años.

León cursa el octavo año en el Colegio de Orotina. Sus planes de vida han cambiado. Quiere ser más responsable con su estudio. “Ahora me siento diferente, llevó la vida más en serio “, comentó.

Lucha por recuperarse

Ana Grace Abarca hace ejercicios todos los días para poder levantar su brazo.

Al caer al río Grande de Tárcoles, ese jueves, se quebró la cabeza del húmero, que está en la parte superior del brazo.

El esfuerzo que hace para recuperarse tiene dos propósitos. Uno, lograr otra vez su independencia. Ella es jefa de hogar y siempre estuvo acostumbrada a hacer sus cosas.

Segundo, teme que pueda perder su trabajo como conserje en el INA pues en enero próximo otra empresa dará ese servicio a la institución.

Este es el segundo accidente que sufre en el año. Anteriormente, un carro en el que venía para su casa se estrelló contra un muro.

“Aquí estamos para contarla”, comentó.

Abarca es una mujer fuerte y aunque las lágrimas se asoman a su cara, tiene un objetivo en mente, y es recuperarse para así volver a trabajar.

Quiere ser doctora

Nelly Arias tiene como sueño ser doctora. Esa ilusión casi se ve truncada cuando el autobús en el que viajaba con su madre, Ana Grace Abarca, cayó en las aguas del río Grande de Tárcoles.

Ahora, Nelly tiene una segunda oportunidad para conquistar su sueño de ser médico.

Sus pequeños ojos se llenan de lágrimas al narrar el terror que vivió durante el accidente.

Cursa el séptimo año en el Colegio de Orotina. Ese día tenía examen de español.

Ella es uno de los 34 milagros de la tragedia del Tárcoles.

“Me desperté diciendo ¡mami, mami! y no quería dejarla cuando me sacaron”, comentó Arias mientras llora.

Nelly no puede borrar las imágenes del autobús en el agua cada vez que pasa por el puente al regresar de nuevo al colegio.

“Siento que el bus se va caer y eso no puedo evitarlo”, explicó mientras recrea lo que siente moviendo sus manos.

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