Mauricio Astorga, actor
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México D.F. Si hay un mes en el que hay que estar en México, ese es octubre. La celebración del Día de Muertos es algo único en el mundo. Visitar los mercados y barrios tradicionales en estas fechas es un verdadero viaje por la idiosincrasia mexicana.

Las flores de cempasúchil engalanan los barrios con su tradicional color amarillo-anaranjado. Estas flores, que crecen específicamente en el mes de octubre, se utilizan para hacer ofrendas a los muertos desde la época prehispánica.

En muchas esquinas venden esqueletos de papel maché en colores blanco y rojo, decorados en algunos casos con flores pintadas. Con ellos se decoran las casas, anunciando la llegada de esta importante celebración.

Si se trata de darle el gusto al paladar, se deben probar las calaveritas de azúcar o de chocolate, que son la fascinación de los niños. Y por supuesto hay que saborear el pan de muerto; un pan dulce, barnizado con mantequilla y espolvoreado con azúcar.

En los mercados puede usted comprar todo lo necesario para hacer el altar u ofrenda a los Santos Difuntos. En él se colocan todas las cosas que agradaban al “finado”: su comida favorita, sus cigarros o su tequila. Todos esto lo venden de utilería, elaborado con papel o barro; aunque hay muchas personas que prefieren ponerlo todo real, ya que existe la creencia que en el Día de Muertos ellos bajan a probar todos los manjares y gustitos que se les preparan.