Turrubares. - Esa mañana fue como todas. Carlos Pérez se levantó a las 5:30 a.m. pensando en que debía ir a Orotina.

Se bañó, se puso la ropa y salió de su casa rumbo al cruce donde tomaría el autobús.

La parada está ubicada en lo que se puede llamar el centro de la comunidad de El Barro, cerca de la iglesia. A un lado hay una pulpería y varias casas.

Allí estaba junto a varias personas, entre ellas, su mamá, Jacquelin Arias.

El bus llegó y sacó los ¢350 que cuesta el pasaje. Era un día normal, en una mañana tranquila.

Carlos recordó que en el trayecto iba conversando con un amigo que iba a llegar tarde al trabajo porque tenía que cambiar una antena de televisión.

“Ni llegó tarde ni cambió la antena”, dijo.

El autobús hizo como seis paradas antes de llegar al puente. La última de ellas en la comunidad de El Llano. De allí se dirigió hacia su trágico destino.

De El Barro a la entrada del puente pasaron 15 minutos, incluyendo el tiempo que duraron montando o bajando gente en esas seis paradas que hizo.

“Al llegar al puente, el chofer disminuyó la velocidad. Entró despacio. Todo iba normal hasta que las llantas traseras del bus entraron al puente. Luego de eso, todo fue un caos”, dijo.