Ana Coralia Fernández, periodista
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Así se llamaba una famosa serie de televisión (Peyton Place) que tuvo su buena época: inició en 1964 y terminó en 1969.

En la trama se daban tales intrigas y pegostes que mantuvo su audiencia fiel hasta el fin de los tiempos.

Por eso me valgo del nombre para ilustrar el terrible caos que ha significado la ruta a Caldera con todos sus interminables capítulos y sus cientos de preguntas sin respuesta ante los kilómetros de presas en épocas pico.

¿Cómo cuáles? Por ejemplo, tener que cancelar casi 4 mil colones para tardar seis horas en ir o venir a Puntarenas. Por ejemplo, ¿por qué no liberar el pago del peaje en estas temporadas, aunque exista una cláusula que ampare a la empresa que los administra sólo por brindarle servicio a quienes la utilizan que se revertirá en buena actitud para sus relaciones con los clientes?

Ya pasó en diciembre y volvió a suceder ahora en los días santos.

Y de seguro, volverá a repetirse cada vez que haya un fin de semana largo, o cuando simplemente la gente decida salir a disfrutar del mar.

Ojalá que la trama de los capítulos que continúen esta novela, tengan mejores noticias que sólo subir los hombros y dejarnos con esa sensación de ¡salados! ¿Quién los tiene ejerciendo su derecho al libre tránsito tomando todos la misma colapsada ruta?

Sí... la verdad es que nadie nos tiene, creyendo que las promesas podrían cumplirse y que una carretera pintadita y llena de peajes es solo eso.