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La pelota (fuera de foco) ya va hacia el fondo de las redes. Marco Ureña corre a festejar su buen toque con el borde externo, luego de haberle ganado el viaje a Sequeira.
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El saprissista Josué Martínez no encontró libertades frente a la marca atenta del veterano Luis Marín. Los delanteros tuvieron un clásico discreto. José Rivera
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El manudo Argenis Fernández llegó desde la banca en procura de desestabilizar, pero Andrés Núñez no lo perdió de vista.
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La barra de la Liga llegó al estadio con un sólo propósito: ayudar a su equipo a quitarle el invicto al Saprissa. Y lo lograron, además de quitarle el liderato de grupo.
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Al clásico no pudo faltarle el pleito de la jornada. En la gradería se armó tremenda bronca entre morados y manudos.
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La Ministra de Salud, María Luisa Ávila, festejó que en el Morera Soto sea desde ayer prohibido fumar.
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Definitivamente la mascota le trajo suerte al equipo rojinegro.
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Quien tuvo el ingenio de colocar esta mascota en la malla, puede sentirse satisfecho; su amuleto le dio resultado.
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Aunque su equipo no salió con la victoria, la Ultra le puso bonito al ambiente y llevó ritmo al Morera.
Alexander Aguilar
aleaguilar@aldia.co.cr
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Fue uno de esos triunfos que saben a gloria, una de esas derrotas que duelen en lo profundo. Ganar o perder un clásico marca la cancha. Aquí y en cualquier parte del mundo.
Alajuelense le quitó el invicto a Saprissa, le arrebató el liderato del Grupo A y de la tabla general, y no desaprovechó para sacarse el clavo de la derrota del juego en Tibás, el 17 de marzo.
Estadio Morera Soto a reventar, como hacía muchísimo no se veía. La Liga está de regreso, pero que nadie dé por muerto al Saprissa. Todo apunta a que el Torneo de Verano es cosa de dos.
El partido como tal fue poco vistoso, con conatos de bronca y hasta de incendio, con dos expulsados (Geancarlo González y Allan Alemán), con acciones trabadas en el mediocampo y mucho juego de imprecisión.
Claro dominador no hubo, pero Alajuelense sí fue más insistente en ataque contra un Saprissa, que en el primer tiempo, tuvo más posesión de la pelota, aunque sin la profundidad suficiente para acercarse al festejo.
Los hombres gol --Alejandro Sequeira y Jean Carlos Solórzano-- volaron bajo y no se acercaron del gol. Controlados con y sin balón. No marcaron diferencia, se quedaron en el intento.
Por ahí el clásico comenzó a presentarse con pocas acciones emocionantes en ambas áreas. Unos y otros apelaron a lo individual más que a lo colectivo.
El punta manudo Mario Camacho lo intentó más con fuerza que con talento, mientras el joven morado Josué Martínez ni se notó esta vez.
Los volantes se encargaron entonces del arrastre ofensivo, receta a la que apeló la Liga para encontrar su golcito.
El medio Pablo Gabas se llevó a Víctor Cordero por el flanco izquierdo del área y mandó el centro venenoso rastrero, que logró desviar Marco Ureña para poner de locos el Morera Soto al 67.
Quedaban un mundo de acciones por delante, pero con el gol la Liga se montó. Su estadio encendido de bandera a bandera. Los peligrosos juegos de pólvora por todo lo alto y Saprissa con dificultades para tejer la transición en ataque.
La Liga estuvo cerca del segundo con el casi casi de Gabas que ahogó Keylor Navas con un tapadón. Vino luego la sacudida de Centeno con su tiro libre que por poco mata la fiesta. Luego no hubo más. Sacada de clavo...
Lo dijeron
“Vi que Gabas se lo iba a llevar y yo solo piqué al centro. Tenía que demostrar en estos partidos que son los importantes”.
Marco Ureña, jugador de Alajuelense
“Las ocasiones que tuvimos no pudimos concretarlas y ahí estuvo la diferencia. Tuvimos el balón, pero sin profundidad”.
Andrés Núñez, jugador de Saprissa
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