Antonio Alfaro
Ingrese a mi blog “Verbos y goles”

         

Cuando Saprissa parecía arrebatar el liderato, la Liga volvió a rugir.

No le resultó nada fácil, pues Liberia había salido con la fuerza de quien se niega a morir. Sunsing se lució con su golazo, imposible para Alfonso Quesada y cualquier guardameta con la impotencia de haber estado ahí, sin más remedio que tomar pose y mirar cómo esa remate alto descendió justo en el ángulo. Inspirado después del tanto, quiso desempolvar el reportorio de gambetas del mejor Sunsing, con apariciones por la derecha y por la izquierda. Inquieto, aliado con Tirso Guío, parecía covertirse en el abanderado de unas Águilas negándose a quedar eliminadas.

Pero poco a poco, pase a pase, fue Alajuelense quien tomó la pelota y el dominio.

Con Gabas en buen momento, el equilibrio que aporta Oviedo y el estable nivel del resto del equipo, incluyendo al debutante Salvatierra (en lugar del suspendido Meneses), Alajuelense fue rodeando a su presa, como lo hacen los leones en la sabana africana. Es una labor de equipo; con otra estrategia le sería muy difícil al llamado rey de la selva, un depredador que corriendo cuando mucho a 58 kilómetros por hora caza presas que alcanzarían 80.

No fue esta vez con velocidad que la Liga alcanzaría la igualada, sino con la perseverancia de un olvidado cuatro partidos atrás: Mario Camacho.

Por irónico que parezca número 9 le debe a Saprissa su regreso a las canchas. Sibaja lo sacó del banquillo una vez que Myers demostró tener la fórmula -en el primer clásico- para contrarrestar la apuesta rojinegra por la velocidad en el ataque.

Camacho, un goleador sin un solo gol en la Liga, aprovechó con dos asistencias contra Santos, luego restó fuerzas a la defensa morada -en el segundo clásico- y anoche logró el ansiado gol. En un tiro de esquina Camacho la pegó bien, muy bien, de seguido, de zurda, con fuerza. La envió al fondo. No gritó mucho. Se persignó.

Su tanto cerró un primer tiempo, que tendría como complemento paridad, entrega y variantes. Esta vez, el ingreso de Ureña y Argenis (la misma receta del clásico), no parecía deparar el mismo resultado hasta que Fernández sacó la falta de penal en el minuto 92. El resto lo hizo el temple de Oviedo. Y la Liga rugió.

Lo dijeron

“Nos quedan dos finales y de nada vale ganarle a Águilas sino lo hacemos en Pérez el domingo”.

Argenis Fernández, jugador de Alajuelense

“En descuidos mínimos nos complican los partidos y nos vuelcan el marcador. Fuimos deficientes”.

Alejandro Alpízar, jugador de Águilas