Franklin Arroyo González
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Tortugas, caracoles muertos, un penetrante olor a quemado, paisaje desértico y humedales secos son parte de las consecuencias visibles que provocó el incendio en el Parque Nacional Palo Verde, en Bagaces, Guanacaste.
El fuego comenzó el domingo 4 de abril y fue necesario dos días para controlarlo. Periodistas de Al Día visitaron la zona y constataron la destrucción.
Nos adentramos. Un mar de zancudos nos atacó en pocos segundos, mientras frente a nuestros ojos el panorama era desalentador. Parecía un desierto .
Algunas partes, aún encendidas, el jueves pasado, pero controladas, provocan una especie de asfixia como consecuencia de la alta temperatura y del calor que guarda la tierra.
“Tenemos que estar 'ojiando' la zona para que no suceda nada. Esto prende muy fácil”, explica Héctor Calvo, Jefe de Brigadas de Incendios del Área de Conservación Arenal - Tempisque.
Los expertos dicen que la recuperación podría tardar cinco años en el mejor de los casos o hasta 40, pues los humedales son muy sensibles.
Según cálculos hechos mediante el sistema de posicionamiento global (GPS), el área afectada es de 3 mil hectáreas, sin embargo, mediciones basadas en hojas cartográficas indican 1.600 hectáreas. “Hay que hacer una nueva valoración”, dijo Calvo.
A la devastación de las llamas se contrapone una naturaleza salvaje, exuberante y exótica. Monos curiosos, venados huidizos, pavas, águilas y un río caudaloso del bosque tropical seco, invitan a conservar este paraíso.
Con solo ¢1.000, el turista puede disfrutar desde los senderos. También hay un albergue que cobra ¢3 mil la noche y servicio de comidas a ¢3.500 los almuerzos y las cenas.
Con las uñas
Palo Verde trabaja con las uñas. El único viejo carro que usan es prestado y ya casi se lo llevan cuando empiece a llover.
Las torres, desde donde deben estar atentos al humo, balazos o a cualquier eventualidad, no tienen ni techos ni pisos.
No hay bombas para controlar fuegos, el personal es insuficiente y los cazadores, que al parecer propiciaron el fuego, abundan.
Esas limitaciones incidieron en la propagación del fuego, además de unas plantas invasoras llamadas tifas, no originarias de Costa Rica, cargadas de biomasa y que en época seca son como combustible, según Calvo.
Lilliana Piedra, académica de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional (UNA), afirmó que Palo Verde al ser un sitio ramsar y además, estar en la lista Montreux, debería tener facilidades para recibir ayuda internacional.
“Esto abre puertas porque los humedales son importantes para el ecosistema tico y el mundo. El dinero hay que buscarlo”, dijo.
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