Franklin Arroyo González
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Luce con más vida y color. El edificio de metal en el puro corazón de la capital fue remozado.

Es la escuela Buenaventura Corrales, mejor conocida como la escuela Metálica, que luce a quien pase por el frente, una fachada más llamativa.

El total de dinero invertido para la reparación es de ¢531 millones en su primera etapa.

Con esos recursos, pintaron la fachada y las aulas, instalaron el sistema eléctrico, reforzaron las bases, colocaron cámaras de monitoreo, hicieron baterías sanitarias y arreglaron los pisos, pulidos con poliuretano.

Falta por hacer. Pero la segunda etapa, con otros ¢500 millones de inversión, ya empezó.

Instalarán un ascensor para discapacitados, remozarán el salón de actos, con el color de pintura original, colocarán más baterías sanitarias para seguir recibiendo a cientos de niños, como lo ha hecho por 120 años.

“El edificio es un ícono tanto en San José, como para el país. Fue una donación del Gobierno de Bélgica a Costa Rica, que embellece nuestra capital”, expresó Carlos Ulate, presidente de la Junta de Educación.

William Salazar, director de la Metalica, dijo que se respetó la arquitectura original. “Todo quedó como estaba. Lo único novedoso será el ascensor”.

La escuela Metálica es patrimonio nacional. En su reparación intervino, aparte del Ministerio de Educación Pública (MEP), el de Cultura.

Salazar explicó que deben seguir algunas normas, propias de la Ofcina de Patrimonio.

“No se puede usar tacones altos por el poliuretano del piso. Tampoco puede haber pizarras pegables, ni colocar papeles en las paredes. Es el precio cuando se declara patrimonio nacional alguna estructura”.

Para la segunda etapa, no será necesario sacar a los estudiantes del recinto, pues las zonas a intervenir están demarcadas.