Antonio Alfaro
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El periódico La Nación costaba 75 céntimos y Daniel Oduber era presidente, cuando Cartaginés metió por última vez siete goles en el campeonato nacional.

Las gorditas estaban de moda (o al menos las “alentaditas”), como revela un anuncio de la época: “¡No sea flaca! Ahora puede añadir peso en forma natural donde más lo necesita!”.

“Mi Mujer es hechicera” y “El Superagente 86”, los programas estelares en la televisión, a nadie le hacían perder el sueño. A las once de la noche terminaba la programación de los canales nacionales hace 36 años, cuando Cartaginés le metió 7-0 a San Ramón en el “Fello” Meza.

Un Toyota Corella con radio (el detalle no estaba de más), con poco kilometraje, podía ser todo suyo por tan solo ¢28 mil.

El papa era Paulo VI; en Estados Unidos estaba fresca la renuncia del presidente Nixon por el escándalo del Watergate; el futbolista estrella era Beckenbauer, flamante campeón mundial, y Robert De Niro filmaba la que sería película del año: El Padrino II.

Cartago celebraba más los goles de aquel 15 de setiembre, que la fiesta de la Independencia.

Muchas cosas han pasado y sepa Dios cuántas pasarán hasta la próxima paliza brumosa. Ya volveremos a decir que Cartaginés no gana un título desde la Prehistoria, ya volverá el equipo que ni fu ni fa, pero hoy es tiempo de que gocen la goleada, de esas que se dan cada muerte de obispo. Tanta espera, lo vale.