Carlos Freer, cineasta
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El programa de radio y el libro almanaque “Escuela para Todos” tuvieron, por largos años, dos columnas esenciales: el Dr. Roderich Thun y su esposa doña Manuela Tattenbach Yglesias.
Al Dr. Thun le debemos la idea inicial y muy buena parte de la imaginación para conformar libro y programa. Pero doña Manuela, la otra columna, fue la de la lucha diaria, persistente, para crear un lenguaje claro y sencillo, con el que se lograra la comunicación con miles de habitantes del campo, desposeídos y lejanos de la educación formal.
La suya fue una prédica constante, un machacar día con día para lograr que los redactores del Icecu llegaran al milagro de un lenguaje de conjunción con el campesino, con la población marginada del istmo, para hablar con ese ser humano de las cosas más disímiles, como el parto de una vaca o el tamaño del universo; como el crecimiento del frijol o las auroras boreales.
Una mujer inteligente como pocas, pero modesta como ninguna, supo ser sostén, animadora, luchadora por esa idea-anhelo-esperanza que forjó con su marido, allá por las faldas del Irazú, hace como medio siglo. Y que se convirtió en un verdadero milagro, llevando y buscando conocimiento y comprensión, con palabra y letra sencilla, al seno de miles de miles de hogares. Con respuestas que salieron del alma.
Hoy muchísimos espíritus nobles y buenos la van a llorar, dentro del llanto cotidiano de los desposeídos.
Talvez sin saber por qué, pero la van a llorar.
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