Miércoles 11 de agosto de 2010, San José, Costa Rica
Sucesos | Hombre de 32 años que apareció descuartizado
El drama no revelado de la cruel muerte de “Abuelo”
Tres testigos de identidades protegidas y que están ocultos dieron las primeras pistas
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    El vecindario, aterrado por Quintero, hoy agradece al OIJ por su investigación.
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    Quintero, eventualmente, podría estar ligado a otros homicidios, según OIJ. Archivo.

Rodolfo Martín
rmartin@aldia.co.cr

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A Juan Carlos Saborío Romero, de 32 años, alias “Abuelo” lo obligaron a hincarse y, casi al mismo tiempo, le dispararon a corta distancia... a sangre fría.

El disparo de gracia, le ingresó por la nuca y se alojó en la parte frontal de su cabeza.

Sin embargo, no aparecería completo, sino descuartizado porque, quien o quienes lo ejecutaron, luego lo desmembraron y lo echaron en bolsas plásticas.

El hallazgo de las partes tuvo lugar el viernes 9 de julio aunque, la ejecución –al parecer– fue la tarde de ese lunes 5 de julio cerca de la escuela de la ciudadela León XIII, en San Juan de Tibás.

Como responsables figuran un tío y un sobrino de apellidos Quintero y Céspedes, de 33 y 23 años respectivamente y a quienes el Juzgado Penal de Goicoechea, les impuso ayer seis meses de prisión preventiva, según la oficina de Prensa de la Corte.

Ensañamiento

La cabeza apareció en un lote baldío, detrás de las instalaciones del INA, ahí mismo en León XIII.

Luego, parte del cuerpo fue hallado en una bolsa plástica, en la ciudadela vecina de Garabito.

Ahí estaban: las manos, la pierna derecha, el muslo izquierdo, el antebrazo, el brazo derecho y el brazo izquierdo, según las investigaciones de la sección de Homicidios del OIJ. En la ciudadela La Carpio, aún más abajo, fue hallada la cadera pélvica.

A hoy, faltan: el tórax, el muslo derecho, la pierna izquierda, el antebrazo izquierdo y los genitales.

Un mes después, los familiares de Juan Carlos aún no han recibido las partes recolectadas.

“Abuelo”, pese a que estaba en la indigencia, merced a su adicción a las drogas, era apreciado en la barriada. Lo querían.

A él, al parecer, lo desmembraron con una herramienta tipo Metabo, para lo cual, inicialmente, probaron su eficacia haciendo una incisión en una rodilla.

Los autores del cruel asesinato cortaron, separaron y luego desarticularon, como cuando se corta y separa un muslo del cuarto de un pollo.

Incluso, con la herramienta cortaron “lonjas” de piel para “borrar” o “desaparecer” unos tatuajes.

Hubo la intención de cercenarle los dedos. Así quedó la marca en uno de ellos pero, por alguna razón, no lo hicieron.

Quintero, presuntamente, está vinculado al narcotráfico de León XIII, actividad en la cual escaló posiciones y se volvió poderoso amparado en el terror.

“Abuelo”, durante el día, era aparentemente, su hombre de confianza para hacerle mandados y, por la noche, le limpiaba uno de los varios “búnkers” que administraba, según las pesquisas. Además de pagarle unos ¢5.000 diarios, le permitía, al final de la jornada, quedarse con las trasas de cocaína o crack que lograra reunir con la limpieza.

Móvil

“Abuelo”, al parecer, fue ejecutado porque, una noche previa de limpieza, se habría llevado cinco bolsas con 100 dosis de crack cada una, según las pesquisas.

El valor de la mercancía oscilaba entre los ¢350.000 y ¢400.000.

Aparentemente, lo hizo con la idea de reunir algún dinero... quería internarse en un centro de rehabilitación y para eso necesitaba el dinero.

Quintero, presuntamente, notó el faltante y, cuando hizo las averiguaciones, supo que “Abuelo” vendía droga en el barrio y no tubo misericordia.

Tres testigos, cuyas identidades se mantienen en el anonimato y que permanecen escondidos por la Policía, brindaron las primeras informaciones a las autoridades policiales.

El OIJ allanó un total de cuatro lugares en León XIII, donde encontró indicios que confirman lo revelado por los testigos. Además, incautaron armas y drogas.

La víctima

AlDia.cr

Juan C. Saborío

Edad: 32 años

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