Mauricio Astorga, actor
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México D.F. Regresé a Costa Rica, por unos meses, con un proyecto entre manos: abrir un nuevo teatro en San José, el Teatro El Triciclo.

Y, aparte de trabajar 20 horas al día en ensayar las obras e instalar butacas, me he dedicado a uno de mis deportes favoritos, comer. ¡Qué rica que es la comida de Costa Rica! Bien dicen que “al chancho con lo que lo crían”. Porque la cocina mexicana es espectacular, elaborada y con una variedad de platillos impresionante. Una de las más ricas del planeta. Pero qué maravilla es comerse un buen gallo pinto, con plátano maduro y queso frito.

Qué buenos son los productos lácteos costarricenses, el queso tierno, el queso palmito, la natilla, los helados, la leche. Les juro que no he probado nunca una leche como la de Costa Rica. Y les confieso que cuando he venido por unos días, me llevo en la maleta de regreso unos cuántos cartones de leche tica.

Ni qué hablar de los atunes costarricenses. El ahumado, el que pica y hasta el clásico (preparado con mayonesa y cebollita picada, mmm). Y mejor aún si se comen servidos en esas canastitas tostaditas.

Me he dado gusto comiendo frutas, dulcitas, jugosas. Pejibayes con mayonesa y comida china-costarricense. En Puntarenas no perdoné un Churchill y el inigualable vigorón del paseo de los turistas.

Y la lista sigue, solo que no cabe tanta comida en esta columna. A todos buen provecho.