Franklin Arroyo González
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La inclusión de los ciudadanos en el sistema educativo, tener dos costas, la democracia y la naturaleza son para Nicholas D. Kristof elementos que explican el porqué la gente más feliz del mundo es la costarricense.

Kristof, columnista de “The New York Times”, escribió en ese diario que la diferencia de Costa Rica fue la decisión de 1949 de invertir en educación en vez de hacerlo en fuerzas armadas.

“Creó una sociedad más estable, menos propensa a los furiosos conflictos que han azotado al resto de Centroamérica, impulsó la economía y permitió al país convertirse en un gran exportador de ‘chips’ para computadoras y mejoró la habilidad con el idioma inglés para atraer a ‘ecoturistas’”, dijo. Kristof tomó como referencia, tres estudios internacionales que dan a Costa Rica el liderazgo en el mundo en materia de felicidad. Además visitó la región.

José Carlos Chinchilla, sociólogo de la Universidad Nacional (UNA), comentó que nuestro país posee problemas, pero en menor medida que otras naciones. “Hemos logrado entender que el proyecto nacional implica la inclusión, más que la exclusión, por eso la educación es gratuita y obligatoria desde el siglo XIX”, dijo.

Warner Eduarte, director del Centro de Investigación de la Persona, cuestiona los estudios.

“Las estadísticas de la Caja dicen que en 2008 más de 500 mil ticos fueron asistidos por terapia psiquiátrica, por depresiones, ansiedad y eso es un porcentaje altísimo. Me genera dudas sobre cuál fue la forma de seleccionar a la gente que contestó, las edades, qué sentido de privacidad tuvieron, si fue cara a cara u otros”.

También dijo que es difícil creer que hay personas felices en un país con altos índices de endeudamiento (¢501.640 millones deben los ticos por tarjetas de crédito en octubre 2009) y donde la inseguridad aumenta día a día. “Pero sí estamos mejor que otros”.

Ticos contentos

Arturo Pérez, taxista.

Yo sí soy feliz porque tengo a Cristo en el corazón. Pero la mayoría de gente en Costa Rica no es feliz”.

Mira Fuentes, ama de casa.

Yo me siento muy feliz porque gracias a Dios nada me falta para poder vivir tranquila y en paz con los demás”.