Mario Guevara, colaborador
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A los cuatro días de la muerte de Jonathan Barrantes, el joven asesinado en Concepción de Alajuelita, su familia no encuentra una explicación y tampoco ni un rasgo de consuelo.
“Estamos totalmente destruidos. Aún recuerdo el sábado cuando se despidió. Yo lavaba platos, él se acercó y me dijo “te quiero mucho mami”, me acarició en la frente y se marchó. Todavía tengo esas palabras en mi cabeza”, recuerda con dolor Maritza Calderón, la madre del muchacho.
Su padre, Minor Barrantes, recuerda : “ Viera lo contento que estaba porque le faltaban sólo cuatro materias para graduarse. Ahora ya no podrá hacerlo...”.
Sin embargo, esta pesadilla que vive despierta la familia Barrantes Calderón, es una situación que casi se vuelve cotidiana.
Las autoridades del Ministerio de Seguridad Pública, registraron 2.070 asaltos el año pasado de los cuales, la mayoría se dan dentro del casco metropolitano, y señalan que hay un aumento en los asaltos callejeros en la periferia de San José asociados a cinco bandas. Los robos se dan entre las 5 p.m. y las 8 p. m. y a finales de quincena.
“San José es una ciudad desordenada. En ella transitan muchas personas y ese volumen de gente es el principal aliado de los delincuentes”, detallo Erick Lacayo, director de la Fuerza Pública.
Allan Segura subdirector a.i. del OIJ, indicó que ellos tienen focos bien definidos donde se da este tipo de asaltos, como el mercado de la Coca Cola, las afueras del mall San Pedro, La Sabana, el parque de La Merced o el central. “La mayoría de los hampones va por todo y no saben lo que van a encontrar”, acotó el funcionario.
“Hay un margen importante de estos casos, donde el asaltado no sale con vida porque estos delincuentes son muy jóvenes y con poca experiencia”, explicó.
El subdirector interino del OIJ, dijo que las cifras de atención de denuncias por este tipo de robo, denominado peatón-peatón, alcanza las 350 por mes.
“Algunos asaltantes usan armas de fuego y arma blanca. Esperan en un punto determinado con poca luz y poca gente donde sea más fácil cometer el delito.
Horarios para delinquir
Datos reveladores del sistema 911 dicen que en diciembre se registraron en todo el territorio nacional 1.410 llamadas de incidentes asociados a robos callejeros.
“De esta cantidad, los picos más altos ocurren en dos periodos: de las 6 a.m. a las 8 a.m. y de las 5 p.m. a las 8 p.m donde los días de más alta incidencia en días de pago son los 15 y los 30 de cada mes.
Estos delincuentes se mueven continuamente para evitar ser capturados, por lo que las horas en que asechan a sus víctimas son variables. Aún así, investigaciones del centro de Operaciones y de Inteligencia de la Fuerza Pública, indican que la mayoría de robos se dan entre las 12 mediodía y las 9 p.m.
“Ellos buscan localidades como La Sabana, Sagrada Familia, el Parque de la Paz y callejones solitarios en horas de salida del trabajo”, detalló Lacayo.
El perfil de estas personas es variable: tienen entre 18 y 30 años, son particularmente violentos y actúan en parejas donde haya menor presencia policial que les permita un escape rápido.
“Tenemos una lista de delincuentes plenamente identificados que actúan en la zona del centro de San José y ahora se desplazan hacia cantones como Goicoechea, Montes de Oca y Alajuelita, donde pueden evitar la vigilancia de la Fuerza Pública”, indicó el oficial.
Una experiencia aterradora
El día en que Alondra Vargas Cambronero, estudiante universitaria, fue víctima de un asalto, nunca imagino que sería tan terrible.
La joven de 20 años, se acercó a un cajero automático frente al centro donde estudia y un sujeto se metió de pronto en la caseta.
“Yo iba a sacar la plata y se me olvidó la clave. En ese momento, el tipo ingresó y me sacó una pistola, apuntándome por detrás y me dijo que sacara el dinero sin volver la vista atrás” .
El hombre me dijo –“Deme toda la plata que tiene en el cajero. Se la di y tan rápido como entró desapareció ”, contó la joven quien aún no se recupera del susto.
Padres del universitario
Maritza Calderón, madre.
"No tenía vicios. Era un hijo ejemplar muy dedicado a sus estudios. No sé cómo voy a vivir con esto”.
Minor Barrantes, padre.
"Estábamos viendo una película y él se fue para el café Internet. Esa fue la última vez que lo vi y no logro olvidarlo”.
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