Carlos Freer, cineasta
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Es hermoso transitar por veredas y caminos y ver cuando se está en la labor de arar la tierra.
De inmediato se nos viene a la mente la siembra futura, el mantenimiento de los suelos, el depósito de las semillas, la provisión de las aguas, sea por lluvias o por riego, la incorporación de nutrientes, el brote milagroso de la vida vegetal, convertida en plantas y frutos que la generosa tierra proporcionará.
De alguna manera, casi todos tenemos incorporada la cultura del agro en nuestras experiencias vitales, hayamos practicado o no la agricultura. Porque se trata de una práctica milenaria, que le permitió al ser humano asentarse en la tierra y sobrevivir en ella. Y sentimos que se trata de un rito de vida, un rito necesario, un rito eterno.
No obstante, sobre este añejo quehacer, siempre se forjarán novedades. Por ello, un nuevo y necesario programa, titulado “Buenas prácticas agrícolas”, está por iniciarse. Será el fruto de una cooperación entre el Icecu y el Servicio Fitosanitario del Estado, para poner a servicio de los agricultores el conocimiento de las más avanzadas prácticas agrícolas.
Se espera que ello les permita incorporar a su diario quehacer, modernas técnicas en el desarrollo de la agroindustria. Así, las ancestrales experiencias y conocimientos, se reforzarán con avances de la modernidad. Todo –se espera– en bien de una actividad que es fuente de vida y, en buena parte, sostén de nuestra economía.
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