Edgar Fonseca
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Se trata de una respuesta de sentido común ante el desborde de la delincuencia.
Pero no sólo con más policías se combate esta lacra.
Se necesita de oficiales y agentes, muy preparados, calificados en su idoneidad profesional y ética; blindados, en lo posible, ante la corruptela de la calle o ante aquella oculta que mueven agentes del crimen infiltrados en muchas esferas del poder.
Se necesita de policías muy bien dotados de recursos, de armas modernas, de indumentaria de protección “de punta”, de vehículos, motos, cuadraciclos o policletas para que atiendan con celeridad las emergencias.
Nueva York redujo, de manera dramática, su tasa de homicidios callejeros.
Sus autoridades le pueden brindar mucha consejería a las nuestras
Las patrullas y equipos policiales, que empiezan a notarse en las calles, deben contar, al menos, con celulares o microcomputadoras para el intercambio expedito de información sensible, para chequeo, al instante, de los antecedentes de los criminales.
Y así debe darse con el OIJ, con la Fiscalía y con todos aquellos órganos a cargo de combatir el crimen en el país.
La emergencia de la inseguridad es nacional.
El Ministro José María Tijerino tiene otro reto: convencer a autoridades legislativas y judiciales de sumar esfuerzos y recursos para que la tarea administrativa, preventiva, vaya de la mano de una respuesta judicial de “cero tolerancia”.
La seguridad de ningún país resistirá si cualquier delincuente sale a las calles, en un abrir y cerrar de ojos, amparado a un sacrosanto garantismo legal a contrapelo del interés colectivo.
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