Domingo 2 de mayo de 2010, San José, Costa Rica
Nacionales | / Proyecto Eólico Guanacaste
Energía limpia tomó Guayabo de Bagaces
La fuerza del viento y el vapor de las profundidades de la tierra mueven las turbinas para poner al país a caminar
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    Los aerogeneradores se ven imponentes en las montañas de Guayabo. Herbert Arley.
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    Desde antes de llegar a Guayabo, se ven las columnas de vapor.

Esteban Rojas Sáurez
erojas@aldia.co.cr

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Bagaces.- Al ver la imagen de Cristian Alvarado, montando a su mula Chachita, frente a las aspas gigantes que suman energía limpia a las terminales del ICE, no puedo dejar de recordar el pasaje donde don Quijote ataca a los molinos de viento, acompañado por su amigo Sancho Pancha.

Ese es el principal recuerdo que tengo de una visita realizada el jueves anterior.

El cielo está nublado y el calor combinado con la llovizna empañan el lente de la cámara que capturó la imagen de las torres de más de 40 metros de altura que mueven sus aspas con el viento.

No es una ni dos. Son más de 50, que copan la cima de una parte de las montañas de Limonal de Guayabo de Bagaces, en Guanacaste.

Las aspas son enormes y al girar, emiten un sonido similar al de un abanico grande. La cabeza de las torres, que es donde se encuentran las turbinas para la producción de energía, pueden girar 360° y sus brazos también pueden cambiar de posición, con la finalidad de encontrar el mejor lugar para aprovechar la fuerza del viento.

Los árboles parecen pequeños bonsái, al lado de estos gigantes de metal.

Jorge Dengo, gerente del proyecto Eólico Guanacaste, explicó que la planta tiene capacidad para generar 50 megavatios, que se el suman al sistema eléctrico nacional, manejado por el ICE.

La planta Eólica Guanacaste con capital de tres países, Francia, Alemania y Costa Rica, es la más grande de nuestro país y fue la responsable de adornar los cerros de Guayabo y darle empleo a cerca de 30 funcionarios.

“La iniciativa tuvo un costo de $110 millones y ha tenido buena aceptación en la comunidad”, asegura Dengo.

Las torres buscan confundirse con el paisaje: en la parte baja son de un color verde fuerte que se va degradando conforme sube por la estructura.

Pero este no es el único, ni el primer proyecto de energía limpia que se construye en Guanacaste. Con la llegada del Proyecto Geotérmico Miravalles, la vida de los pobladores de Bagaces cambió para siempre.

Esta planta de energía le da empleo permanente a 600 de los 2.500 trabajadores de la fuerza laboral de Guayabo.

José Alberto Jiménez, vicepresidente de la Asociación de Desarrollo de la localidad, aseguró que los vecinos están fascinados con todos estos proyectos energéticos.

Hace años los pobladores vieron el gran potencial que tenía la planta geotérmica, que no sólo da fuentes de empleo directo, sino también trabajos indirectos.

Algunos dueños de fincas se convirtieron en empresarios hoteleros, donde la gente puede disfrutar de las aguas termales.

“Nosotros tenemos muchas ideas. Estamos trabajando en una iniciativa conjunta entre la empresa Juwi, de capital alemán, Coopeguanacaste, la Empresa de Servicios Públicos de Heredia y la Asociación de Desarrollo de Guayabo, para construir el proyecto eólico Los Leones. Esperamos que a mediados del mes de mayo inicien los estudios de factibilidad”, dijo Jiménez.

Alfredo Mainieri, director del centro de servicio Recursos Geotérmicos del ICE, explicó que la altura de los volcanes hace una especie de embudo donde el viento pasa y se cola para entrar con fuerza a Guayabo. Pero en esta zona de Guanacaste, el viento no es el rey, aquí manda el vapor de agua que se extrae de la tierra a muy alta temperatura.

Con más de 50 pozos y cinco plantas, el proyecto Geotérmico Miravalles genera el 14 por ciento de la energía eléctrica de Costa Rica. La zona donde se extrae el vapor se ve como si uno estuviera dentro de una olla de presión, hay dos enormes recipientes que parecen estañones sin tapa por donde escapa parte del vapor a una enorme presión que levanta columnas de decenas de metros.

Mainieri comentó que los pozos alcanzan, en algunos casos, poco más de un kilómetro de profundidad, para sacar el vapor de agua.

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