Neyssa Calvo Achoy
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En el cuento de la vida de Gustavo Peláez sobresale su espíritu aventura, su buen humor, su deseo de vivir con intensidad y el gritar a los cuatro vientos lo que piensa sin miedo al qué dirán.
Así es Peláez, el locutor de Los 40 Principales cuya voz escuchan cientos en el programa “La Hora Sin Nombre”, de lunes a viernes de 5 p.m. a 7 p.m.
Sin olvidar el programa en “Monotemático” de VM Latino los lunes de 8 p.m. a 9 p.m., donde deja ver su largo y colochudo cabello.
Lo que puede que muchos desconozcan es que Peláez, el molestón de la radio, es un papá todo terreno.
Tiene dos hijos: Dabiela, de siete años y el más chiquitillo de la casa, Gabriel, con siete meses.
Todas las mañanas cuida a Gabriel y lo disfruta.
“Le cambio el pañal, lo baño, lo alimento, lo duermo y cuando llega Dabiela juego con ambos”, comentó Peláez, quien además les cuenta cuentos, una más de sus fascinaciones.
Cuando escucha a sus hijos llamarlo papá siente que no necesita nada más en la vida para ser feliz.
Una aventura
Nació en Colombia, donde según cuenta era tan travieso como aún dice ser pese al paso de los años.
Según él, su mamá siempre ha dicho que no lo parió sino que “salió de un solo brinco porque yo estaba aburrido dentro de la panza”.
Además, nació con la cara morada porque el cordón umbilical le dio cuatro vueltas en el cuello, recordó el locutor.
¿Enamorado? Toda la vida, dice. Él confesó entre risas que su primera novia, Damaris, la tuvo a los cinco años. Lástima que ella nunca se enteró.
Sus años en la escuela aseguró que fueron los mejores de su vida como estudiante, entre conciertos, novias, mejengas y paseos familiares.
Su espíritu aventurero lo trajo hasta estas tierras, de la mano de la que hoy es su esposa, Yumay Rincón.
Con sólo cuatro meses de noviazgo, aunque eran amigos desde hacía bastante, Peláez le pidió a Yumay que se embarcará en una nueva aventura: venir a Costa Rica a estudiar Periodismo.
En 1999, ambos llegaron a San Pedro, pero él vivió con una prima y ella consiguió una compañera para compartir la habitación.
En Colombia estudiaban dirección y producción de radio y televisión.
“Ella tenía el apoyo económico de sus padres, pero yo tuve que vender emparedados de puerta en puerta para tener algo de dinero”, dijo.
No olvida que los vendía carísimos, pero su poder de convencimiento lo salvó. También lavó platos en un restaurante mexicano, pintó y limpió casas en San Pedro y hasta montó una pequeña soda con unos amigos, pero sólo funcionó dos meses.
Su enlace con la radio surgió cuando escuchó en la radio 979 Conexión que hacían un “casting”, lo aceptaron y estuvo ahí del 2000 al 2004. Brincó a Los 40 Principales, en el 2007, donde permanece.
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