Isaac Lobo
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“Nunca me costó tanto dejar algo en la vida, finalmente lo logré, después de intentarlo unas 300 veces…”, contó Ignacio Santos con un sentimiento como si hubiese escalado el Everest.

Para muchos fumadores este proceso es así de duro.

Él le confesó a la revista “Bienestar” que dejó este hábito, en un especial que hizo la publicación sobre el tabaquismo y cómo dejarlo.

Al Día decidió conocer las motivaciones del codirector de Telenoticias.

¿Quién lo motivó?

Las personas que me quieren bien me lo pedían todos los días. Pero, sin duda, la principal motivación fueron mis hijos, María Luisa y Rodolfo, no quiero darles ese mal ejemplo.

¿Siente la diferencia?

Sí, respuesta definitiva. Precisamente este 16 de mayo cumplo medio año sin fumar y en todos los sentidos noto una diferencia para bien.

¿Qué beneficios reales ha experimentado?

Tengo más aire. Disfruto más los sabores, los olores, me siento con más fuerza y hasta con mejor ánimo.

¿Cuánto fumó?

Me da mucha pena reconocerlo, pero fumé desde que era casi un niño. Hace 40 años pocos le atribuían al tabaco daños a la salud, fumar era bien visto y no tenía mala prensa.

¿Ha pensado en ahorrar lo que gastaba comprando los paquetes?

Me parece una excelente idea, aunque el mayor ahorro que haré con la decisión de dejar el cigarro, serán años de vida y buena salud.

¿Qué consejo le da a una persona que fuma?

Que no dude en dejar el cigarrillo, pero que escoja con cuidado el momento para hacerlo. De eso dependerá en buena medida el éxito de la decisión. Como dice el bolero: “sabia virtud de conocer el tiempo y a tiempo amar y desatarse a tiempo…”.

¿Cómo se relaja ahora?

Lo que más tensión me produce es la inactividad y la ausencia de problemas. Me relajo en mi trabajo. Me encanta hacer lo que hago y me da los bombazos de adrenalina que necesito para sentirme tranquilo. Me relajo con mis amigos, jugando dominó, escuchando música, caminando por la playa entre Puerto Viejo y Manzanillo. Me relajo cocinando, leyendo y viendo películas. Pero en especial, saber que tuve la voluntad para dejar un vicio que me acompañó por casi cuatro décadas.