Mauricio Astorga, actor
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Estamos a diecinueve días para el inicio de la Copa del Mundo de la FIFA. El primer Mundial en suelo africano y segundo en disputarse fuera del circuito América-Europa, después del Mundial Corea-Japón.

El fútbol es capaz de tender puentes entre los pueblos y de contribuir con valores como la solidaridad, el respeto, la deportividad y el juego limpio.

Y por eso, en Sudáfrica ya están de fiesta.

Sus habitantes viven con gran pasión el fútbol y lo dejan claro en cada partido con el incesante sonar de las vuvuzelas, elemento fundamental en el “kit básico” del hincha sudafricano.

Las vuvuzelas son unas cornetas de plástico, parecidas a las que alguna vez se veían en el Ricardo Saprissa, que no las dejan de sonar ni un segundo y que han vuelto loco a más de uno con su ulular que simula al sonido que emiten los elefantes.

El español Xabi Alonso, directamente pidió prohibirlas; pero Joseph Blatter, presidente de la FIFA y el principal impulsor de Sudáfrica como sede mundialista, lo rechazó de manera enfática, ya que las vuvuzelas forman parte de la cultura deportiva de Sudáfrica, un país alegre en esencia.

Por treinta días África vivirá su fiesta. Será un Mundial distinto a todos los que se hayan realizado antes. Como dijo el Káiser Beckenbauer: “En 2006 hicimos un Mundial europeo. África tendrá un Mundial típicamente africano”.