“Estaba oscuro. Ellos andaban un foco pequeño. Uno, contó la plata, pero se notaba nervioso; por eso me la dio a mí para que la contara”, relató Francisco Alvarado, finquero que fue víctima de un secuestro en Bagaces, Guanacaste.

Alvarado relató a Al Día lo que vivió durante esos momentos de cautiverio y cómo le da gracias a Dios por continuar con vida.

Los dos días y medio anteriores previos a su liberación (el viernes 14 de mayo), Francisco sólo comió cuatro empanadas de piña –de esas que venden en bolsas plásticas en las pulperías del barrio–.

Desde que fue interceptado (el miércoles 12 de mayo) en la entrada de una de las fincas de don Marcos (su padre), los tres secuestradores se lo llevaron caminando.

“El primer día caminamos poco. El jueves dábamos vueltas; mientras, con mi teléfono, llamaban a la casa de papá para pedir la plata. El viernes sólo tomé agua y lo mejor vino por la noche”, recuerda Francisco.

El finquero contó que él mismo les pedía que les socaran las amarras que tenía en las manos; “para no darles la impresión que me iba a escapar“, relató.