Milton Montenegro
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Adiós, hasta luego (“au revoir”, en francés) le dijimos a Lens y tras doce horas de viaje, saludamos a Suiza con un “ciao” (“hola” en italiano).
Sí, hola en italiano, pero bien pudo ser en alemán y hasta en francés, las lenguas que se hablan en Suiza.
La Tricolor se despidió de la tranquila ciudad de Lens; atrás quedó la amabilidad de la gente, su cortesía y puntualidad, porque hacen gala de ella desde los trenes, que salen a la hora establecida.
Hasta los taxistas, que si ante una llamada manifiestan en “diez minutos llego”, así es, puntuales como muy pocos en Costa Rica.
Allá se pide un taxi y dicen en cinco minutos y aparece a la hora del “burro”, no importa si es taxista, pirata o porteador, casi todos caben en el mismo saco.
La verdad que Lens nos dejó un deseo de volver alguna vez, los franceses son de primer mundo, eso se vio incluso dentro y fuera de la cancha. Luego les cuento más, porque si no me deja el tren.
Cuando terminó el juego entre Francia y Costa Rica, los nuestros pasaron a la zona donde se atiende a la prensa, vestidos con buzo y una camisa blanca de su firma patrocinadora, con el logo de la Federación de Fútbol.
Los galos marcaron diferencia, todos se mostraron con la misma indumentaria, pero todos de traje. Cada uno, desde Ribery, Henry, Anelka, Gallas, Sagna y Valbueno, con saco y pantalón oscuro, impecables de verdad.
Y en cuanto a la atención ni se diga. Abidal atendió en español. Cuando le preguntaron en francés, dijo: “un momento, primero hablo en español”. Henry todo un caballero, amable y se extendió con las entrevistas.
El único pesado fue Anelka, no quiso hablar. Siempre en todo hay alguno que cree tocar el cielo con las manos.
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