Edgar Fonseca
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En ese diminuto humedal de Isla Calero, Costa Rica, no solo está en juego el respeto a la soberanía y a la integridad del país.

También, ante esta invasión del Ejército de Nicaragua, aupada por el régimen autoritario de Venezuela, está en juego el respeto a la democracia, a las instituciones y al derecho internacional del hemisferio acosados por la estrategia subversiva bolivariana.

El país no debe ceder un milímetro en su lucha hasta que no salga de ese sitio, jurisdicción de Costa Rica, el último soldado invasor.

Procede correcto el Gobierno en apretarle la tuerca, en La Haya y en la OEA, a un régimen agresor, corrupto y a su padrino.

La administración Chinchilla no debe cejar en la denuncia sobre este descarado menosprecio de la convivencia entre naciones y el desastre ambiental que se consuma.

No se esperaba Ortega la jugada tica en La Haya. Por eso, solo le queda cargar, de nuevo, de ataques y hostilidad a su más importante vecino.

Y no oye las voces más críticas de dirigentes sandinistas históricos, entre ellas la de su hermano Humberto Ortega, exjefe general del ejército sandinista, quienes le piden retirar las tropas invasoras.

Se lo demandan, también, el exministro de Educación sandinista Carlos Tunnerman, la comandante Dora María Téllez y el excanciller Víctor Tinoco.

Ortega se atrinchera ciego, sordo, con su mujer y los suyos y respaldado por el dictadorzuelo caraqueño.

Punto final- ¿Dónde están las universidades públicas ticas, los consejos universitarios, las federaciones estudiantiles, los sindicalistillas rojillos y ecologistas?

Ante la mayor violación a la soberanía del país, en tiempos recientes, ninguna condena de ellos al ejército y al régimen agresor. ¡Qué pena!