Ana Coralia Fernández, periodista
paradigma@racsa.co.cr
Larga fila. Dos ponchos por mil. Bufandas con fotos. Subir al cielo en cuatro rampas. Circo romano en sombra oeste. El mejor lugar del mundo, cuando cayó la lluvia y se mojaron los parientes ricos en VIP. Buscar caras conocidas y no encontrar ninguna. Carlitos Guzmán cantando “Soy tico” con banderita de palo.
Dos güilas revolcando la basura de comida rápida a ver si comen y otro con un vaso de cartón recogiendo las monedas que le quitan a uno en el estadio mientras cantábamos a voz en cuello “No basta” con De Vita. Cantar con los ojos cerrados “Y tú”. Dejarse llevar por el coro de miles. Reírse de que Franco no se sabía la canción del compositor que lo inspiró. Gritar como la quinceañera que se enamoró de Claudio, aunque yo ya tenga cincuenta.
Hablar con el cristiano de al lado como si fuéramos “hermaniticos” solo por el imán irrenunciable de la música. Sentirse orgullosa de ver a artistas ticos compartiendo tarima con y como los grandes. Reírme a carcajadas con mi hija de los “pachos” de la gradería. Comprobar que a pesar del poder adquisitivo del público, siguen animando como en acto cívico de escuela. Confesarle a gritos de Baglioni “ti voglio bene”.
Y aunque Milanés no estaba, reconocer que el tiempo pasa y nos vamos haciendo viejos y que en mis ojos muere el día ya. Devolverme en el tiempo y verme oyendo en el tocadiscos “Gorrioncito qué melancolía”, valió eso y más.
© 2010. Periódico Al Día. El contenido de aldia.cr no puede ser reproducido, transmitido ni distribuido total o parcialmente sin la autorización previa y por escrito del Periódico Al Día. Si usted necesita mayor información o brindar recomendaciones, escriba a webmaster@aldia.co.cr.