Previo al partido de hoy entre el Real Madrid y el Milán, el delantero Alexander Pato recordó que siendo apenas un niño temió tener que dejar el fútbol.
“A los 11 años, ya me había roto el brazo izquierdo dos veces por el mismo sitio. Me detectaron un tumor. Lo primero que pensé es que me tendrían que amputar el brazo”.
Y es que su enfermedad era incompatible con la práctica del fútbol, en el que los golpes y las caídas forman parte del juego.
“Tenía un tumor, un quiste óseo, que debilitaba la parte externa del hueso, hasta convertirlo casi en cáscara de huevo”.
El doctor Mussi decidió extirpar el tumor y rellenó el hueco con un injerto óseo procedente de la cadera y de un banco de huesos. “Sin la intervención, no habría podido jugar. En cualquier caída se podía haber roto el brazo”.
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