Domingo 31 de octubre de 2010, San José, Costa Rica
Ovación | Cristian Lagos dejó las bananeras de Siquirres para meter goles
“Ahora tengo una vida muy diferente”
El recién llamado por La Volpe a la Selección, sueña que el fútbol le dé casa y carro
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    Cuando Lagos está en la casa disfruta en la cocina. El jugador sabe cocinar y su fuerte es adobar la carne. Herbert Arley
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    Lagos es muy casero disfruta estar con su familia. Herbert Arley

Diana Vega, colaboradora
redaccion@aldia.co.cr

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San Francisco de Dos Ríos. No se extrañe si se encuentra bailando por ahí al brujo que el domingo pasado le anotó cuatro goles a la “U”. Cristian Lagos no solo le saca brillo a la cancha frente al marco rival; póngale salsa, merengue o reggae que el jugador monta el “bailongo”.

“Tengo poco de vivir en San José, entonces no salgo porque casi no conozco y me da un poco de miedo, pero me gusta ir a bailar. En las fiestas siempre bailo”, comentó Cristian Lagos.

Como buen limonense, el reggae, el reggaetón y el dance hall son su especialidad, disfruta su ritmo al igual que un buen plato de su comida favorita, el popular “rice and beans”.

Siquirres fue su cuna y su casa durante muchos años, las costumbres y la humildad de la zona aún habitan en la casa del jugador que dejó su pueblo para enfrentar un cambio de vida en la capital.

“Ahora tengo una vida completamente diferente”.

Como es típico, las bananeras de Siquirres le dieron sustento por ocho años, luego se encargó de dar mantenimiento en el ICE.

“Había que hacerlo, sino era en una bananera, era una Piñera. Empecé “conchando”, cortaba y me echaba la fruta al hombro y la colgaba en el riel que los lleva a la empacadora, luego “acarreando”, que era jalar varios racimos de banano amarrados a la cintura mediante el riel aéreo y más adelante aprendí a cortar y bajar la fruta. Mata a mata tenia que andar buscando la fruta, ese era mi trabajo”, recordó.

Ahora, su ritmo de vida cambio, ya no se levanta a las cuatro de la mañana para laborar, se levanta un poco más tarde y uno de sus compañeros lo lleva a entrenar.

“Casi siempre Juan Diego Quesada pasa por mí a la esquina de mi casa. Uno llega al estadio y entrena, le dan todo. Se gana la plata haciendo lo que a uno le gusta: jugar fútbol”.

No obstante, de la mano del fútbol las ilusiones del jugador y de su familia crecen, ven la posibilidad de mejorar su estabilidad económica.

“Ahora debo seguir humilde, lo único que quiero es un beneficio para mí y para mi familia. En un futuro tener mi casa propia, comprarme un carrito y darles una vida digna a mis hijos”, agregó satisfecho Lagos, goleador del campeonato con ocho tantos.

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“En los colectivos festejo los goles”

Como cualquier chiquillo, Cristian Lagos disfrutaba jugar fútbol, pero estar en Primera División no era su prioridad, era un sueño inalcanzable. En las escuelas de Guápiles fue donde empezó a afinar su puntería, cuando tenía 15 años.

Sin embargo, la pobreza de su familia hizo que a los 18 años su padre tomará la decisión, que más triste lo haría.

“Mi papá me dijo que saliera porque no me podía ayudar más, éramos muy pobres. A mi se me fue la ilusión de jugar fútbol y pensé: ya no hice nada”.

Pero su amor por el balompié no murió con esa decepción. “Los domingos que tenía libre iba a jugar al campeonato del pueblo”, comentó.

Con el equipo de la bananera en la que trabajaba, el delantero mataba fiebre. “Todo el mundo me decía que yo era para que estuviera en Primera y no en esos campeonatos, pero yo tenía que pensar en sacar adelante a mi familia”.

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Un día el sol le brilló

Jorge “Azul” Moya sabía que el jugador tenía las cualidades para enfrentar el reto que exige la Máxima Categoría.

“A él (Moya) tengo que agradecerle mucho. Él un día me dijo que hiciera la prueba con Turrialba por quince días, que nada más me montará al carro y él me llevaba sin cobrarme nada”.

Y así fue, el delantero se incorporó miércoles a las prácticas del equipo y viernes jugó un amistoso contra Herediano.

“Perdimos 3-2, pero anoté los dos goles. Cuando salí me tenían el contrato y el técnico Mario Carrera me dijo que necesitaba un delantero con mis características”, dijo sonriente.

En la Liga de Ascenso con Turrialba inició su carrera futbolística, sin saber que sería el paso más importante de su vida. “Llegué a dos finales y terminé como goleador del torneo. Mínor Solano (Técnico Barrio México) estuvo pendiente, siempre me llamaba”, agregó.

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Con Brujas

Brujas mostró interés por el jugador de 26 años, desde que hizo el primer espectáculo a punta de anotaciones.

“Me uní a Brujas como muestra de agradecimiento, fueron muy atentos conmigo. Luego surgió el interés de Herediano, Cartaginés y Limón”.

Ahora, Lagos ve en el club la oportunidad de crecer al lado de jugadores de gran experiencia.

“Me molestan porque hasta en los colectivos festejo los goles, pero estoy muy satisfecho”. Lleva ocho goles, pero los mejores fueron contra Saprissa y la Liga.

“Saprissa es el equipo que seguí de pequeño y la Liga era el que odiaba, fueron los goles que más disfruté”. Ahora la posibilidad de estar en la Selección lo motiva más.

“Muy contento, escuché la noticia por radio y mi esposa me llamó llorando. Voy hacer mi mayor esfuerzo para quedarme y aprender de La Volpe, quien es un técnico de experiencia”.

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    Erny padece una malformación en los pies. Foto: Herbert Arley
“Su enfermedad me motiva”

Lejos de ser una pesada cruz, la enfermedad de su hijo Erny, de año y tres meses, es su mayor inspiración. Cristian Lagos salta al terreno de juego con la intención de anotar y lograr superarse económicamente.

“Su enfermedad me motiva, no le hago mente. Cuando salgo a la cancha pienso que debo hacerlo muy bien porque tengo que sacarlo adelante. Él ha sido muy valiente y me motiva para dar mi mayor esfuerzo”.

Erny nació con el pie de bot (malformación congénita), recién nacido tuvo que usar yesos y ahora zapatos especiales. Pero esa no es la única preocupación, su madre también es una de las preocupaciones del jugador.

“Mi mamá padece de azúcar en la sangre, lástimosamente ya se le han tenido que amputar los dedos de los pies por infecciones y una parte de los talones. Ella vivía un tiempo conmigo, pero ahora se fue para Siquirres y yo tengo que apoyarla desde aquí”.

Sin embargo, el ánimo de Lagos es el mismo, cada minuto que tiene aprovecha para darle cariño al niño, jugar con su hija Hilary, de siete años, y por qué no, ver una película en compañía de quien ha sido su esposa por nueve años.

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