Felipe Arrieta, colaborador
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Espeluznantes personajes de terror como Drácula, El Hombre Lobo y Frankenstein alcanzaron gran popularidad con su incursión al cine. Lo que pocos saben es que cada uno de estos monstruos tiene una historia muy cercana a la realidad.

Algunas teorías hacen pensar que el famoso vampiro Drácula existió hace varios años.

Muchos creen que Bram Stoker basó su novela “Drácula” en Vlad Tepes, quien fue príncipe de Valaquia, que junto con Moldavia y Transilvania constituyó el reino de Rumania.

Tepes fue conocido por ser extremadamente cruel con sus enemigos.

Cuenta la historia que Vlad echaba en un cuenco la sangre de sus víctimas y mojaba en ella el pan mientras comía.

Drácula deriva del rumano “draculea” que significa hijo del diablo, término que le agradó a Stoker para el protagonista de su novela.

Actualmente se cree que Stoker se basó en la figura de la condesa húngara Erzsébet Báthory. Según la leyenda, ella bebía y se bañaba en sangre creyendo que le devolvería la juventud.

Otro monstruo que se acerca a la realidad es El Hombre Lobo, también conocido como licántropo.

Este último término se refiere a aquellas personas que debido a algún trastorno psicológico, creen haber asumido el aspecto, voz y comportamiento de un lobo.

Pero no solo existe El Hombre Lobo, en Latinoamérica existen leyendas indígenas como “El Hombre Tigre” y en África “El Hombre Hiena”, entre otros.

Creer que Frankenstein existió sería algo loco pero sí el personaje en que se inspiró la escritora Mary Shelley para escribir su novela “El moderno Prometeo o Frankenstein”.

Se dice que los parientes de Shelley encontraron entre sus archivos una carta de un supuesto enamorado de la escritora, al que ella rechazó por su fealdad pero que le sirvió de inspiración para su libro.

¿Pero porqué estas historias tan perversas han logrado tanto éxito tanto en la literatura como en la industria cinematográfica?

La MSc. en psicología Gabriela Alvarado asegura que esto se debe a la estructura malvada del ser humano.

“Identificarse con figuras así tiene que ver con la parte perversa en el sentido de que es prohibido”, explicó Alvarado.

“Estas historias despiertan fantasías y permite la posibilidad de imaginarse de que algo así puede pasar”, agregó la psicóloga.