Miguel Calderón Suárez
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Limón.- Un árbol y un cinturón fueron sus ángeles. Elizandro Fernández lo sabe y hoy le da gracias a Dios por estar aún con vida. El sábado en la tarde, simplemente volvió a nacer.

Su carro casi cae a un guindo de 300 metros de profundidad, 50 metros antes del río Quebrada González en Guápiles de Pococí.

“Fueron segundos de pánico, no recuerdo muy bien lo que pasó. Sólo sé que estoy vivo de milagro”, comentó el hombre de 34 años.

Según dijo, se dirigía de Limón hacia San José cuando un autobús invadió su carril en una curva y lo hizo perder el control.

El vehículo derrapó, se salió de la vía y cayó al precipicio.

Un árbol que estaba en medio del trayecto, producto de un deslizamiento, hizo que el Toyota Yaris se detuviera 70 metros abajo de la calle. Esto evitó que el carro descendiera al vacío.

“El cinturón me salvó la vida”, afirmó Fernández, quien trabaja como coordinador de plataforma en el Banco Popular de Limón.

“Cuando iba en el descenso, me cayó de todo. Sólo pensé en salir a como diera lugar. Dios estuvo a mi lado”, recuerda.

Elizandro solo sufrió un golpe en su ojo izquierdo que no requirió traslado al hospital.

“Lo más difícil fue salir del precipicio, pues el terreno era empinado”, aseveró Fernández.

* Colaboraron Róger Amoretty y Réiner Montero, corresponsales.