Washington, EE. UU./EFE.- Científicos de la Universidad de Utah han dado un paso insólito hacia el objetivo de “leer el pensamiento” de las personas con parálisis avanzada, en un estudio que muestra que es posible traducir las ondas cerebrales en palabras.
La investigación, publicada en la revista especializada “Journal of Neuroscience”, explica que este hallazgo que parece propio de una película de ciencia ficción, fue posible gracias a la colocación de electrodos en el cerebro.
El equipo, liderado por el bioingeniero Bradley Greger, diseñó un delicado mecanismo que consiste en distribuir los electrodos en dos “rejillas” del tamaño de un botón, las cuales colocaron en los centros del habla del cerebro de un paciente epiléptico.
Los científicos conectaron entonces el sistema de electrodos a una computadora dispuesta para grabar señales cerebrales y presentaron al paciente 10 palabras que consideraron útiles para una persona paralizada: Sí, no, calor, frío, hambriento, sediento, hola, adiós, más y menos.
A continuación, le pidieron que tratara de repetir las palabras en voz alta, y comprobaron que, en una proporción del 76 al 90 por ciento de los casos, la computadora mostraba las mismas señales cerebrales para cada palabra.
“No cabíamos en nosotros mismos de la emoción cuando vimos que funcionaba”, contó Greger, quien no dudó en expresar su esperanza de que, en dos o tres años, el mecanismo esté disponible para pacientes paralizados.
Una realidad
La posibilidad de que pensar en una palabra produzca las mismas señales cerebrales que decirla, conduce al científico Greger a creer que la creación de una máquina de traducción y de repetición de la palabra en cuestión no es nada disparatado.
“Hemos probado que estas señales nos dicen lo que la persona está pensando, pero necesitamos ser capaces de traducir más palabras”, explicó.
Un tipo de paciente que podría resultar especialmente beneficiado, según Greger, es el que padece el síndrome de parálisis temporal tras sufrir un ataque.
En ese estado, los pacientes suelen comunicarse con movimientos, como el guiño de un ojo, pero la posibilidad de transmitir lo que piensan supondría un “gran avance” para su autonomía. “Incluso si sólo logramos llegar a traducir 30 o 40 palabras, eso podría darles mucha mejor calidad de vida”, aseguró Greger.
El descubrimiento también podría beneficiar a las personas afectadas por esclerosis o traumas profundos.
Hasta ahora, la posibilidad de colocar electrodos en la superficie del cerebro estaba descartada por temor a causar daños irreversibles, algo que no ocurre con este nuevo método, pues los electrodos sólo se depositan en los centros de habla y no se implantan.
En su afán por refinar la máquina de traducción del pensamiento, el equipo liderado por Greger ha aumentado el número de electrodos que se agrupan en la rejilla de 16 a 121 sensores, con el fin de incrementar la precisión de las lecturas.
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