Ricardo La Volpe habló claro: su objetivo principal es tener éxito en la eliminatoria, clasificar al Mundial y “sorprender” en Brasil 2014.

Es lo menos que se podía esperar, aunque no deja de llamar la atención cuando dice “sorprender”.

De momento, el nombramiento de La Volpe parece acertado: dirigió a México en el Mundial 2006, a varios clubes en Argentina –su país natal – y en el balompié azteca. Tuvo éxitos y fracasos, pero conoce bien el área de Concacaf, es serio, trabajador y... fama de polémico.

“Dimos un cambio de timón”, dice Eduardo Li, presidente del Ejecutivo.

Pero un nuevo viraje significa mucho más que nombrar a La Volpe.

Un cambio significa que los clubes no entorpecerán la labor de la Selección.

Que La Volpe podrá dar enseñanzas a los técnicos nacionales para que éstos progresen en la táctica y los entrenamientos, en la planificación a mediano y largo plazo, y en temas como el liderazgo o la motivación. Sin olvidarnos de potenciar las ligas menores, y aprovechar a las nuevas generaciones.

Y, por supuesto, La Volpe debe dar muestras de que no se “casa” con ningún jugador o equipo, aspecto por el cual fueron criticados en el pasado técnicos como Guimaraes y Medford.

Y está por verse si la Federación aprovechará el caudal de experiencia de La Volpe, quien –recordemos – fue campeón del mundo con Argentina en 1978.

Además, debe haber cuentas claras sobre cómo se le va a pagar el salario mensual –extraoficialmente se habla de ¢30 millones –, sin necesidad de que luego haya disputas entre los dirigentes, que puedan terminar en el habitual zafarrancho de la “Casa de los Sustos”.

Eduardo Li está cerca de finalizar su periodo. Se lanzará a la reelección, o bien dará un paso al costado.

En éste último caso, su sucesor deberá lograr una empatía inmediata con La Volpe, quien, de cumplir sus deseos, logrará lo que nadie ha logrado antes: empezar y terminar un proceso de cuatro años con la “Sele”.

Un técnico de prestigio como La Volpe no garantiza el éxito. Recordemos la fallida prueba con Francisco el “Pacho” Maturana.

Pero, de momento, su presencia le da un aire de seriedad a nuestro fútbol.

Aunque no nos engañemos, falta mucho por hacer, para que realmente se dé un “cambio de timón”.