Miguel Calderón Suárez
Colaboró Julio Peña
miguel.calderon@aldia.co.cr

         

Nicoya, Guanacaste. - Aquí se respira un ambiente de intranquilidad. Hay temor, desazón. Como hace mucho tiempo no se sentía en este cálido y distinguido cantón guanacasteco.

Una banda de asaltantes siembra el pánico desde hace tres meses en el pueblo y el OIJ aún no logra capturarlos.

Sus golpes son certeros. Van a lo seguro. Bien lo sabe el alcalde local Eduardo Gutiérrez, a quien le saquearon su vivienda el pasado jueves 2 de setiembre.

Son siete hombres. Pantalón, guantes, camiseta, zapatos y pañuelo negros, su vestimenta.

Al fiel estilo “Ninja”.

Atacan de noche, entre 9 p.m. y 12 a.m. Buscan dinero, joyas y artículos de valor. Estudian a sus víctimas. Planean sus ataques y van a lo seguro.

El Organismo de Investigación Judicial de Nicoya les sigue la pista sin tener todavía un resultado positivo.

Una pistola calibre 9 milímetros, un fusil de asalto AK-47 y dos escopetas son sus temidas herramientas para intimidar.

Entre los ataques más recientes se encuentran el asalto a la casa del finquero Willy Jiménez (hijo del dueño del toro “Chirriche”) en Belén de Nicoya, de donde se llevaron ¢4,5 millones e instrumentos de trabajo.

En Nambí, sustrajeron ¢3 millones en mercadería de un supermercado. También en Cartagena los tipos lograron escapar con ¢2 millones de un local.

¿Quiénes y de dónde son estos sujetos? Una fuente judicial ligada al caso, comentó que dos de los siete hombres serían extranjeros, al parecer, colombianos. Los otros cinco son vecinos de la zona, según la investigación.

Su modo de operar

Los delincuentes irrumpen violentamente en viviendas, bares y restaurantes. Siempre andan armados, trasciende de las averiguaciones del OIJ.

En uno de los bares asaltados, los maleantes protagonizaron una balacera antes de entrar al lugar. Incluso hirieron en la pierna a uno de los clientes del negocio. “Son personas muy violentas. No les tiembla el pulso para disparar”, comentó el agente judicial.

Cayeron dos sospechosos

La Fuerza Pública arrestó el pasado 1°. de setiembre a dos hombres de apellidos Zárate y Mora, supuestos integrantes de los “Ninjas”.

La detención se dio durante un persecución policial luego de que los hombres atracaran el supermercado Cheche en Puerto Carrillo. Sin embargo, un día después de ser capturados, un juez de la región los dejó en libertad por falta de pruebas.

Nicoya no duerme tranquila. Una pesadilla vestida de negro los mantiene en vela.

Sus principales golpes

19 de agosto

Asaltan al finquero Willy Jiménez en su casa de habitación. Le roban ¢4,5 millones, lo golpean y lo amordazan a él, a su esposa, nuera e hijo de 18 años. Huyen en su vehículo.

24 de agosto

Ingresan a la casa de una mujer y sus cuatro hijos menores en Nambí. La encañonan y la amarran de pies y manos en un cuarto. Se llevaron joyas, computadoras y un Toyota Corolla.

29 de agosto

Atacan al dueño de un bar nicoyano llamado Le Chile en horas de la madrugada. Ese día los “Ninjas” sabían que en el lugar se celebraba un fiesta grande. Se van con ¢4 millones.

2 de setiembre

Le tocó el turno al alcalde Eduardo Gutiérrez. Los tipos le saquearon su morada y le robaron computadoras, equipos de sonido y juegos de video. En la casa no había nadie.

Al alcalde lo dejaron limpio

El alcalde Eduardo Gutiérrez se convirtió en una víctima más de la temida banda el 2 de septiembre anterior.

Los hombres ingresaron a su casa ubicada en el barrio Los Ángeles cuando esta estaba sola. “Violentaron las puertas a patadas y sustrajeron entre otros artículos, computadoras, un proyector, un lote de joyas y dinero en efectivo, todo valorado en ¢4 millones”, comentó.

“Gracias a Dios, que mi familia no estaba en ese momento y yo estaba en el trabajo”, agregó el alcalde.

“Abrieron fuego en el bar”

Marco Gutiérrez, dueño del bar Le Chile en barrio Guadalupe de Nicoya, vivió en carne propia la experiencia de un asalto a mano armada.

El 29 de agosto pasado, tres sujetos, vestidos de negro, irrumpieron a la medianoche en su local, abrieron fuego y sin piedad lo agarraron a golpes en busca del dinero logrado durante la noche. “Antes hubo una actividad en el bar, yo estaba aquí con unos familiares y varios clientes. Ellos entraron como personas normales, pero ya adentro sacaron las armas”, recuerda Marco que es padre de una niña.

“Después de realizar un disparo en el aire, me quitaron ¢4 millones en efectivo que portaba y se fueron”.

Los sujetos huyeron en el carro de uno de sus hermanos y lo dejaron botado en el basurero, no sin antes herir en la pierna a un trabajador. “Solo pensaba en mi hija y esposa que estaban en la casa”, finalizó el comerciante.