Edgar Fonseca
efonseca@aldia.co.cr

La mejor noticia que puede tener este país es que se multiplique aquí la inversión extranjera del más alto nivel tecnológico.

La más reciente prueba de ello: la decisión de la firma médica estadounidense St. Jude Medical de invertir $670 millones en los próximos cinco años y dar empleo a unas 2.000 personas desde El Coyol. Su plan de inversión equivale al 2,3% del PIB del país y pasa a ser la mayor apuesta de una multinacional, en recientes tiempos.

Daniel Starks, presidente y CEO de St. Jude Medical, es generoso con el país: “En Costa Rica encontramos calidad en su mano de obra, en la cultura de negocios, en su ética, su sistema legal y en la educación. Estos factores hicieron que escogiéramos al país para instalarnos aquí”.

Sus palabras, las del líder de una firma que figura entre una de mil firmas más grandes del mundo, en el ranking Forbes, representan un desafío para nuestro entorno.

Un desafío para la medianía de ciertos políticos que, sumidos en sus perennes fracasos electorales, o en sus telarañas ideológicas, torpedean cualquier apertura de nuestra economía a esa incontenible “realidad global” de hoy de la que nos habla con claridad visionaria ese gran líder europeo Felipe González.

“El mundo cambió con el impulso galopante de la revolución tecnológica, con la deslocalización de inversiones… se configuró una realidad distinta en la que tenemos la obligación de situarnos para reaccionar si no queremos sufrir una inexorable decadencia y marginalidad”, sentenciaba recientemente el exjefe de gobierno español.

Y en esa realidad se enmarca y se puede consolidar la confianza de la inversión extranjera en el país. Intel, Baxter, Allergan, Hologic Cytyc, Boston Scientific, son solo parte de un conglomerado de firmas multinacionales que ven en Costa Rica una opción de inversión y de desarrollo. Igual el esfuerzo de Chang en Guanacaste.