Ileana Cascante Llado dejó ayer por un rato su tramo en el Mercado Central, San José, para agradecer a Dios, de una manera muy especial, todos sus favores. En lugar de orar en algún templo, agarró una buena cantidad de alimentos y los donó a los pobres.
Su tributo fue parte de un sentido homenaje que hicieron, la mañana de ayer, cientos de trameros de los mercados Central, Borbón y Coca Cola en el Huerto de los Olivos, instalado al costado este del Parque Central, frente a la Catedral Metropolitana.
Allí, hombres y mujeres sin hacer bulla ni demostraciones exageradas de sus sentimientos, fueron colocando al pie de la escultura de un Jesús meditabundo (a pocas horas de ser entregado por Judas a los romanos) bolsas con arroz, frijoles, fideos, latas de atún y sardinas; incluso ollas de aluminio, entre otros artículos.
“Es una forma de agradecer por tantas bendiciones; el pan, la salud, el trabajo diario...”, afirmó Crispín Robles Fonseca, de 77 años, tramero de la Coca Cola desde hace más de 30 años.
A su lado, otros pequeños comerciantes escuchaban atentos las palabras del arzobispo de San José, monseñor Hugo Barrantes, quien agradeció los donativos y describió a los trameros como “personas valientes que se matan y dan todo trabajando duro”. “Hay gente que ya no quiere trabajar, ustedes sí. Dios les dará salud y bienestar para que se ganen siempre el sustento diario con el sudor de la frente”, exclamó antes de rociarlos con agua bendita.
