Brasilia/EFE.- Dilma Rousseff, economista de 63 años, asumió el poder el pasado sábado como primera presidenta de Brasil.
“Prometo mantener y defender la Constitución, observar las leyes, promover el bien general del pueblo brasileño, sustentar la unidad, la integridad y la independencia de Brasil”, reza el texto leído por Rousseff.
Rousseff llegó a la sede del Congreso bajo un torrencial aguacero que le impidió hacer el recorrido hasta el legislativo a bordo de un automóvil de lujo sin capota, como es tradición en los actos de investidura de los presidentes.
A la ceremonia asistieron los jefes de Estado de Bolivia, Colombia, Chile, El Salvador, Guatemala, Guinea Bissau, Uruguay, Paraguay, Perú, República de Guinea, Surinam y Venezuela, así como el príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, y la secretaria de Estado de los Estados Unidos, Hillary Clinton.
También, estuvieron presentes el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbás, los primeros ministros de Portugal, José Sócrates; de Corea del Sur, Kim Hwang-Sik, y de Bulgaria, Boiko Boriso.
“Mi compromiso es honrar a las mujeres, proteger a los más frágiles y gobernar para todos”, dijo Rousseff en su intervención, después de ser investida como presidenta.
Además, dijo que cumplirá su promesa de campaña de luchar con obstinación por la erradicación de la pobreza en el país.
Ella prometió profundizar en el esfuerzo de integración en América Latina y buscará dar una consistencia cada vez mayor al Mercosur.
“Vengo para consolidar la obra transformadora del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, con quien tuve la más vigorosa experiencia política de mi vida y el privilegio de servir al país”, agregó. Rousseff se deshizo en elogios para Lula.
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