Los siete oficiales de la Fuerza Pública, entre estos dos jefes de delegación, condenados a 22 años de prisión por tráfico internacional de drogas y peculado, emplearon recursos del Estado para resguardar arribos de cocaína en diferentes playas del Pacífico Central, según la sentencia del Tribunal de Juicio de Puntarenas.
La máxima pena por tráfico internacional de drogas (20 años) se dio el pasado 12 de junio, dos años y nueve meses después de que fueron arrestados por la Policía de Control de Drogas (PCD), tras varios allanamientos simultáneos en Quepos y Puntarenas.
También fueron condenados a dos años de prisión por el delito de Peculado y la inhabilitación especial, por un periodo de 12 años, para ejercer algún cargo público.
Los sentenciados fueron Yeison Chacón Rodríguez (jefe de la delegación de la Policía Turística de Herradura), Greivin Picado Venegas (jefe de la Fuerza Pública de Tárcoles) y los oficiales Luis Porras Zeledón, Carlos Carrillo Mora, Carlos Alpízar Mora, Oliver Rodríguez Campos y Érick Vindas Mora, quienes laboraban como oficiales en las sedes de Parrita, Puntarenas y Garabito.
Junto a los policías, también fueron sentenciados los colombianos Sandalio Bustamante Riascos (22 años), Nelson Minota Estupiñán y Andrés Rodríguez Orobio (20 años cada uno).
En el caso de Bustamante, fue señalado por el Ministerio Público como el líder de la organización. De acuerdo con la investigación se hacía llamar “Amiguito”.
Otros tres sentenciados fueron el comerciante Ariel Lagos Campos (25 años por tres delitos) y el exoficial del Servicio Nacional de Guardacostas Gerardo Mora Villalta (22 años). Ver nota aparte.
Cambiarse resulta imperdonable
Mauricio Boraschi, Comisionado Nacional Antidrogas, aseguró que los grupos de narcotraficantes suelen buscar como penetrar los diferentes sistemas del Estado que les pueda representar algún peligro o poner en riesgo las operaciones que llevan a cabo.
“Este caso es una muestra más de muchos, donde se ve cómo estas estructuras criminales penetran un pequeño grupo policial que les asegure suministro de información que les permita anticipar operaciones y dominar territorio”, aseguró Boraschi.
Sobre el cambio de policías a narcotraficantes, fue enfático al señalar que es sumamente riesgoso e imperdonable para un policía, ya que pone en riesgo a sus compañeros, a fiscales, policías judiciales y policía especial.
Agregó que en ocasiones lo que los grupos buscan al reclutar policías es que estos “dejen de hacer” las labores por las que fueron contratados por la Policía.
El Tribunal Penal, integrado por los jueces Adán Campos, Geovanny Hernández y Eva Mora, indicó que, a los hoy sentenciados, les realizaron tres decomisos de droga, en los que destacan uno por 1.441 kilos de cocaína, otro de 382 kilos y el tercero de 700 kilos, el 26 de julio, 16 de agosto y 15 de setiembre del 2009. También confirmaron llamadas entre ellos.
Penas fueron excesivas
Miriam Bedoya, abogada defensora de Rodríguez y otro hombre que resultó absuelto, aseguró que la pena impuesta a su cliente (20 años) fue muy elevada y que en el vehículo en que este iba no se halló absolutamente nada. Catalogó como desproporcionadas las penas impuestas al grupo.
Por su parte, Carmen Amador, defensora de Vindas y Minota (22 y 20 años) indicó que las penas fueron sumamente elevadas y que en algunos casos no hubo prueba suficiente para condenar.
Ambas están a la espera de lo que resuelva el Tribunal de Apelaciones. Otras dos abogadas consultadas, aseguraron vía telefónica que no podían referirse al proceso, ya que laboran como Defensoras Públicas. Se intentó contactar al resto de abogados pero no fue posible localizarlos.
“Nos afecta la imagen a todos”
Para el jefe de la Policía de Control de Drogas (PCD) –cuya identidad se protege– el solo hecho de descubrir que un policía se pasó de bando o se ha convertido en delincuente, genera una sensación que va más allá del enojo.
La razón es que por el accionar de unos pocos la población llega a tener alguna percepción errónea de la policía, quienes en ocasiones hasta se juegan su vida.
“El problema es que somos afectados por la imagen que causa un sujeto. La gran mayoría de los policías son personas honorables; diría que son como héroes silenciosos, ya que nadie los va a conocer por su nombre”, comentó.
El jefe policial aseguró que un hombre que fue instruido, entrenado y reclutado para hacer el bien no puede hacer cosa contraria, ya que la formación de cada oficial ronda los ¢3 millones.
“A cada capacitación se le debe sumar uniformes, alimentación, seis meses de entrenamiento pagado entre otros. Ha sido la condena más grande que se ha impuesto, misma que me parece justa por la gravedad de los hechos”, dijo.
Prestamista que se cuidaba mucho al salir
Un año antes de ser capturado por los agentes de la PCD, el exoficial del Servicio Nacional de Guardacostas (SNG), Gerardo Mora Villalta, de 46 años, decidió renunciar a su cargo para convertirse en un prestamista.
El 25 de noviembre del 2011, mientras descontaba prisión preventiva, se escapó junto con otro reo de la Unidad de Admisión de San Ramón, en el momento en que permanecían en una zona de confianza.
Su arresto ocurrió el 24 de diciembre del 2011, en Sabanillas de Acosta, cuando viajaba a bordo de una motocicleta.
Según el director de la PCD, el exguardacostas era investigado por facilitar información a los narcos sobre los ingresos de droga a territorio nacional.
“Una vez que determinamos que brindaba información confidencial nos llevó a tener más cautela con él. Se cuidaba mucho y buscaba quién lo perseguía y vigilaba”, citó el jefe.
Para la Fiscalía, Mora fue el encargado de coordinar junto al líder de la agrupación, los días, horas, sitios y cantidades de droga que se recibían.
También en apariencia, ordenaba cuáles eran los vehículos policiales y los policías que participarían en las custodias.
Terminan presos o muertos
Pese a que desde que estudian en la Escuela Nacional de Policías, los futuros oficiales son sometidos a exámenes, pruebas antidopaje, verificación y revisión de sus atestados, dichas medidas no descartan que puedan delinquir.
El Comisionado Nacional Antidrogas, Mauricio Boraschi, aseguró que depende de los estándares éticos, morales y personales de cada policía.
“Tenemos que ir abriendo campos en otras áreas para la verificación de confianza, lo que implicaría utilizar en conjunto pruebas como la del Polígrafo. Lo estamos valorando. Hay Policías en el mundo que lo usan”, comentó Boraschi.
Indicó que la división de tareas y funciones policiales permite el control cruzado. Señaló que en los grupos narco es muy normal que traten de deslumbrar a sus futuros integrantes con riquezas materiales.
“La ambición mató y mata a cualquier ser humano. Al inicio les pintan un panorama de millones que casi nunca es así”.
“El que se mete al narcotráfico tiene dos formas de salirse: la cárcel o la muerte, una por la acción policial o la muerte por parte de los mismos narcotraficantes”, dijo Boraschi.
Una vez dentro de la organización, es normal que los integrantes sean sometidos al pago de sumas ridículas de dinero, por lo que al final no se nota el crecimiento económico.