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Comentario
Poder paternal Julio Peña Lara
La psicología conductual establece que la conducta, normal o anormal, es producto del aprendizaje, y que un observador puede aprenderla observando la ejecución que realiza un modelo.
Siempre se ha señalado a los padres y a las madres -por aquello del género- como los principales modelos para los hijos durante las distintas etapas de su desarrollo. Ese poder paternal puede ser positivo o tener resultados funestos para el futuro del niño.
Traigo a colación lo anterior, tras una enriquecedora vivencia, en que los protagonistas fueron una joven madre y su pequeño, de unos 5 ó 6 años, que viajaban el otro día en un autobús.
Para aplacar el hambre y mitigar la sed, ingerían y bebían de la llamada "comida chatarra". El niño, ya satisfecho, se encontró con sus manos llenas de bolsas y envases vacíos. En el pasillo del bus había dos basureros de plástico. El pequeño se puso de pie sobre el asiento, abrió la ventanilla y, con carita de inocencia, lanzó toda la basura al camino.
A esas alturas, la atención de la mayoría de los pasajeros se centraba en la madre y su hijo. El muchachito no se ganó ninguna reprensión, y la madre, con toda la paciencia del mundo, luego de terminar de comer, ante el asombro de todos, corrió la ventanilla y reforzó al hijo su conducta anterior.
El aporte más importante que podemos hacer al mundo futuro es influir positivamente en nuestros hijos.
Dave Simmons, en su magnífica obra Dad, the family coach, escribió lo siguiente:
"Cuando se emplea el poder negativo de la paternidad, se puede producir gran destrucción a lo largo de las generaciones, por ejemplo, la descendencia de un hombre llamado Max Jukes, que vivió en Nueva York. Se hizo un estudio de 1.200 de sus descendientes.
"He aquí la herencia del poder negativo de su paternidad: 310 vagabundos, 440 destruyeron sus vidas por la corrupción, 130 estuvieron encarcelados durante un promedio de 13 años, 7 fueron asesinos, 100 fueron alcohólicos, 60 fueron ladrones habituales y hubo 170 prostitutas".
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