Pido la palabra

¿Templo o alcancía?

Me encantaría verte, furioso, despedazando de nuevo los tenderetes de quienes comercian con la fe y han convertido el templo en una financiera disfrazada.

Me encantaría verte humano, encontrarme con vos por allí y preguntarte qué pensás de quienes utilizan tu nombre y hacen de él moneda de cambio para invertir en la bolsa de valores, pedirte que me contés qué pensás de quienes hacen de tu casa una alcancía y la usan como tal.

Me gustaría ver tu reacción porque, estoy seguro, sería la misma de 2 mil años atrás cuando derribaste a punta de golpes las mesas de los cambistas, que, por lo visto, retoñan cada nada, cuando uno menos lo espera y ya los daba por muertos y enterrados.

Cómo me gustaría verte iracundo, desenmascarando lobos, trasquilando ovejas, haciendo pedazos los cofres llenos de dólares, quetzales y colones metidos al templo por la puerta de la inversión y con el pretexto de la beneficencia.

Qué rico sería oirte gritándoles, como aquel día en Jerusalén, cuando los "ofendiste" diciéndoles la verdad, llamándolos por su nombre verdadero, y verlos huir, desnudos, descubiertos en su farsa.

¡Qué limpio quedaría el templo después de la desbandada! Cuánto te lo agradecerían quienes acostumbran visitarlo.

Cuánta falta hacés, Cristo, para limpiar tu casa de oración...