Viernes 16 de abril, 2004. San José, Costa Rica.


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Tribuna libre

Costa Rica e inversión

Samuel Yankelewitz

Recientemente, la Promotora de Comercio Exterior (PROCOMER) dio a conocer un estudio que intituló “Costa Rica: competitividad e inversión”.

Esta investigación tomó como referencia información contenida en el Informe Mundial de Competitividad que elabora anualmente el Foro Económico Mundial, entidad de gran prestigio internacional en la materia.

Además, se hicieron internamente las adecuaciones del caso para poder hacer comparaciones entre los países seleccionados: aparte de Costa Rica, México, Puerto Rico, Irlanda, Malasia y Singapur.

Todos ellos tienen algunas características comunes (desarrollo histórico, tamaño del territorio, educación, dependencia del mercado de los Estados Unidos), están involucrados en la atracción de inversión extranjera directa en alta tecnología, ofrecen mano de obra especializada y cumplen con la normativa de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Asimismo, la metodología empleada toma en consideración una cantidad importante de variables, agrupadas en cuatro grandes áreas: rentabilidad (impuestos, costo de electricidad y costo laboral), políticas (entorno macroeconómico e instituciones públicas), desarrollo empresarial (ambiente de los negocios, innovación tecnológica y competencia) y entorno competitivo (infraestructura, comunicaciones y medio ambiente).

El resultado del estudio no pudo ser más alarmante. Nuestro querido país obtuvo calificaciones deficientes en todas las áreas analizadas, especialmente en la parte macroeconómica e infraestructura.

Más aún: Costa Rica reprobó todas las materias con notas negativas, para un promedio general de - 4,3, sólo por encima de nuestro vecino México, que ha hecho una peor tarea en esta materia (-5,4), por no efectuar las reformas requeridas en el momento oportuno y creer que la sola firma de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos era suficiente para promover su desarrollo.

Ojalá que esto nos sirva de lección y entendamos que un TLC es un simple instrumento, el cual debe acompañarse con otras acciones y políticas para que, efectivamente, pueda convertirse en un motor de crecimiento y desarrollo.

También este ejercicio es útil para advertirnos sobre los países con que es válido compararse, y que están compitiendo activamente con el nuestro en la atracción de inversiones.

Singapur e Irlanda, como lo indican otros análisis, parecen ser los ejemplos a seguir. Según el estudio realizado, obtuvieron calificaciones muy favorables en todos los campos, con notas promedio de +7,2 y +4,1, respectivamente, siendo países igualmente pequeños y, hasta hace unos años, con niveles de desarrollo similares o por debajo de Costa Rica.

Esos países han demostrado que “sí se puede”, cuando existe planificación y una visión de país clara, hay voluntad política, y los ciudadanos se comprometen con un proyecto creíble de mediano y largo plazo.

Y, también, cuando hay claridad sobre la necesidad de crear condiciones propicias para la inversión, para que el mayor dinamismo de la actividad económica se convierta en el detonador de más y mejores empleos, para propiciar la excelencia en la educación, y fomentar la calidad y costo de servicios públicos de clase mundial.

Estamos todavía a tiempo de retomar el sendero del progreso y el bienestar, siempre y cuando actuemos ya.

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