Miércoles 11 de agosto, 2004. San José, Costa Rica.



 

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La mejor opción
Ayer, a las 11:48 a.m, dos turistas conversaban con un taxista en la parada de buses de Limón, para que les hiciera un buen precio por llevarlos a un hotel.
Rafael PACHECO/Al Día

¡Taxi, por favor! No, busque otro

Denuncian maltratos, discriminación y cobros excesivos a clientes locales y turistas

Alejandra MADRIGAL ÁVILA

¿Le ha negado un taxista servicios a su casa o sitio de trabajo, por costo, rumbo o alguna otra razón?

¿Cree que le han cobrado en exceso?

Además:

  • Misión imposible
  • Detalles
  • ¿Siente que en algún momento le discriminan y no le dan servicio porque no es turista?

    Usuarios, taxistas y funcionarios coinciden en que algunos transportistas acuden a muchos recursos para movilizar solo clientes a su gusto.

    Esto, según indagaron reporteros de Al Día, ocurre con algunos taxistas que andan tras mayores ganancias y trabajan en paradas de buses, sitios turísticos y en las afueras de varios hoteles capitalinos.

    En paradas de buses, que conducen a playas y montañas, “atisban” y escogen a sus clientes. Mejor si son rubios, andan con chancletas y llevan enormes salveques en sus espaldas.

    En las afueras de los hoteles, “trabajan”, de forma distinta.

    Se bajan de los carros, mantienen contacto con empleados de los hoteles para conocer anticipadamente de una salida al aeropuerto y nunca utilizan lamaría.

    Según testimonios de usuarios y otros taxistas recabados por Al Día, ellos cobran al turista, entre ¢1.000 y ¢1.500 el kilómetro, en caso de ser un servicio en el centro de San José, cuando lo establecido por ley es ¢265.

    Hay algunos que se ubican dentro de los parqueos de los hoteles y los que están afuera, como en el caso de la Avenida Segunda y el Parque Morazán, se niegan a dar servicios a cualquier persona, aduciendo que son “exclusivos del hotel”.

    También están los taxistas que se estacionan en las afueras de discotecas y sitios como el El Pueblo, en San Francisco de Goicoechea.

    Allí fijan la tarifa mínima en ¢1.000, si el servicio es tomado en la noche.

    Según el taxista, Franklin Hernández, con 17 años de experiencia, si ellos llegan a estos puntos “les hacen malas caras”.

    “Tienen esos lugares exclusivos para ellos y están hablados con la gente de los hoteles o de los lugares donde están al frente”, dijo Hernández.

    Hay denuncias

    Estos hechos son conocidos por miembros del Consejo de Transporte Público (CTP), quienes afirman que “están en la lucha” no solo de combatir el transporte ilegal, sino también de contener estos abusos.

    Alicia Padilla, encargada de la Contraloría de Servicios del CTP, dijo que se han presentado denuncias contra taxistas por malos tratos, cobros excesivos y no ofrecer un servicio adecuado. Todos están en investigación.

    La funcionaria aseguró que las denuncias son mínimas, pero no supo precisar de cuántas se trataba.

    Explicó que ante la Contraloría se deben llevar las quejas con nombre completo, número de cédula, la placa del taxi o en su defecto el sector donde se abordó el vehículo y mandarlas al fax 586-90-69.

    Una de las denuncias que lleva la Contraloría, la presentó en el 2003 Ricardo Garro, exadministrador del Mercado La Coca, en el oeste de la capital.

    En el documento se indican los números de placas de los denunciados y se explica que los taxistas desinformaban a los turistas sobre el verdadero tiempo de viaje de los autobuseros.

    Además, que no ofrecían los servicios a los nacionales y parquean en puntos no autorizados.

    Manos atadas

    El presidente del referido consejo, Roberto Arguedas, afirmó que todas esas prácticas están “completamente injustificadas y no es el fin del servicio”.

    “Esos puntos o bases se traducen en una vagabundería, porque tienen la obligación de brindar el servicio a todas las personas. Que no se les olvide que es un servicio público concesionado”, dijo Arguedas.

    Pero, el funcionario reconocióque controlar este tipo de casos es sumamente difícil, por eso esperan contar con el servicio de marías que emiten un recibo de pago, con la fecha y la ruta, para obtener un mejor control, pero “ese proceso es lento”.

    Edwin Barboza, representante de los taxistas ante el CTP, asegura que los taxistas que cometen este tipo de abusos, son minoría.

    “No vamos a negar que existen y que se han dado estos casos, pero por dicha son los menos” aseveró Barboza.


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    ¿En un parqueo?
    10:05 a.m. En un parqueo de un hotel capitalino, el chofer de este taxi esperaba el servicio de un cliente de ese establecimiento.
    Rafael PACHECO/Al Día

    Misión imposible

    En las afueras de un hotel

    Alejandra MADRIGAL ÁVILA

    “Haga la prueba”, me dijo Rocío Sanabria, vecina de Concepción de Tres Ríos, ayer cuando me la topé en las cercanías del Teatro Nacional y me confesó su malestar porque un taxista ubicado en la Avenida Segunda, a la salida de un hotel no quiso llevarla a su casa.

    “El servicio era bueno. No vivo aquí a la vuelta, pero a él no le dio la gana llevarme. Me dijo que era del hotel”, confirmó.

    Ella insitía en que hiciera la prueba. De que a menos de 100 metros de nosotras, la fila de taxis, en una parada autorizada de ese servicio, no estaban dispuestos a llevarme sino era cliente del hotel cercano.

    El testimonio de Sanabria no es único. Al Día consultó anteayer y ayer a varias personas quienes aseguraron haber sido víctimas de cobros excesivos de taxistas que no usaron la maría y otros que se negaron a brindar el servicio.

    Ante la insistencia de la mujer, me quedé allí. Fue así como observé que los taxistas de ese lugar se bajan del carro y guardan distancias prudenciales entre unos y otros, no avanzan rápido y retrasan su salida.

    Cuando una persona se detiene al inicio de la fila, no ofrecen el servicio, pero están atentos a la salida del hotel. (Ver fotografías)

    Lo mismo sucede en las cercanías del Paque Morazán.

    Pero también están los casos de aquellos que “no ponen la maría

    Esteban Rojas Acuña, es ingeniero en computación y confirmó que viviendo en Calle Blancos, un taxista parqueado en las afueras del Centro Turístico El Pueblo, le cobró ¢1.500, sin ponerle la maría

    “No le dije nada porque era como la una de la madrugada, pero le dije que no era justo y me aseguró que brindaban casi un servicio exclusivo”, afirmó el joven.


    Detalles

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    10:11 a.m San José. Avenida Segunda.
    Este taxista esperó la salida de turistas de un hotel capitalino. Ese es su punto de trabajo.
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    10:21 a.m San José. Avenida Segunda.
    Está pareja llega a una parada autorizada de taxis. Allí permanecen de tres a cuatro minutos a la espera de un servicio.
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    10:26 a.m San José. Avenida Segunda.
    El conductor no se ve y la fila de taxis es larga. Otro taxi se aproxima, el hombre estira la mano y lo detiene.
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    10:28 a.m San José. Avenida Segunda.
    El hombre y la mujer abordan otro carro, a pesar de que estaban en una parada autorizada de taxis .
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    11:15 a.m San José. Avenida Segunda.
    Casi una hora después, esta joven también buscó a los taxistas que se parquean en las afueras de un hotel capitalino. La muchacha no esperó mucho y caminó 200 metros, hasta el Parque Central, para abordar otro carro.

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