Miércoles 11 de agosto, 2004. San José, Costa Rica.



 

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Con todo el rigor
En el orden usual, el estadounidense Thomas Scott Cochran y el costarricense Manuel Pérez Chaves, al abandonar la sala tras escuchar el fallo. Ambos pidieron al tribunal que no se publicaran sus rostros, a lo que los jueces accedieron.
Erick CORDOVA/Al Día

Máxima pena a “depredador”

Sentenciado estadounidense por delitos sexuales

Rodolfo MARTÍN

A 154 años de prisión fue sentenciado ayer el estadounidense Thomas Scott Cochran, luego de que el Tribunal de Juicio de San José lo halló culpable de infracción a la Ley de Psicotrópicos, fabricación y producción de pornografía, relaciones sexuales remuneradas con personas menores de edad y corrupción.

Sin embargo, solo descontará 46 años por disposición del Código Penal.

La fiscal Karen Valverde había solicitado 1.052 años de prisión en contra del estadounidense.

Cochran fue absuelto de los delitos de violación y abusos sexuales.

El número de ofendidos que figuró en el proceso–cuyas edades oscilaron entre los 10 y 15 años– fue de 16, aunque solo 11 comparecieron a juicio.

El estadounidense, antes de terminar el juicio, declaró sentirse arrepentido por lo ocurrido y argumentó que, al llegar a Costa Rica, creyó que las relaciones sexuales eran permitidas con menores mayores a los 15 años.

El extranjero, de oficio ingeniero mecánico, arguyó no haber solicitado cédulas o documentos de identificación a los muchachos.

Máinor Castillo, su abogado, adelantó que apelará la sentencia.

Al lado suyo, también fue sentenciado el costarricense Manuel Pérez Chaves, a quien el Tribunal le impuso 25 años de cárcel, sanción readecuada a 18 años con base en el mismo código.

Al tico, en términos generales, se le responsabiliza por los mismos delitos, aunque fueron menos las víctimas.

Mariana Brenes, de la oficina de Defensores Públicos, dijo que las imputaciones contra su cliente, con relación al extranjero, resultaban menores y esto fue tomado en consideración por el Tribunal.

Cochran, definido por el fiscal Mauricio Boraschi como “un cruel depredador sexual infantil”, lanzó sus ataques contra menores que deambulaban por las calles, a sabiendas de que desde siete años atrás era portador del virus del sida.

El estadounidense llegó al país por primera vez el 8 de agosto de 1995, en condición de turista.

Luego, continuó haciéndolo hasta 1999 cuando decidió quedarse definitivamente.

Al inicio vivió en Barrio Dent, cerca del antiguo Instituto de Desarrollo Agrario (IDA).

Luego, en Pavas, por la empresa Tubotico, donde fue detenido.

Cochran reclutó a menores que estaban en las calles y en riesgo social.

Los llevó a su vivienda, donde les suministró licor, marihuana y cocaína.

Luego, mantenía relaciones sexuales a cambio de dinero, comida, entretenimiento y ropa.

Finalmente, produjo pornografía, mediante filmaciones que hizo cuando mantuvo sexo con las víctimas para enviarla a los Estados Unidos.

Un coterráneo suyo –Marcus Fox– ya fue presentado ante el Gran Jurado en el estado de California por esta situación.

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