Martes 7 de diciembre, 2004. San José, Costa Rica.


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Campeonato Nacional 2004-2005


 

Foto Principal: 865454
Con una gran técnica y amor por su oficio, José Antonio Salas elabora en su pequeño taller, en Chachagua de San Ramón, atractivos canastos que son muy apetecidos por los turistas nacionales.
Rafael PACHECO/Al Día

Amo de los canastos

Familia vive de esta actividad en Chachagua de San Ramón

Marcela DELGADO, corresponsal

Ciudad Quesada.- “Gracias a esto compré un lote, tengo un carro y he mantenido a mis tres hijos y mi esposa”.

Así resume don José Antonio Salas el resultado de 22 años de dedicarse a la elaboración de canastos de bejuco.

Con una técnica asombrosa, este hombre convierte fajas de bejuco en canastos codiciados, en gran parte, por turistas nacionales.

“A mí siempre me gustó esto, aprendí solo y me costó un montón. Iba a la montaña a traer el bejuco y a veces perdía cargas de bejuco, porque no era el que ocupaba pero fui muy paciente y ahora me dedico a esto”, añadió este canastero.

Él no duda en decir que ama lo que hace, y pese a que sabe algunos otros oficios, prefiere esta actividad que, según él, le significa un ingreso económico fijo por día.

Aseguró que para él es como un vicio que ahora está contagiando a su hija Floribeth, de 5 años, quien da señas de seguir sus pasos.

“Ella me ayuda a raspar las ramas. A mí no me gusta que haga eso, porque es muy peligroso y se puede cortar, pero ella es muy terca y le gusta, entonces la dejo”, contó, mientras empezaba a dar forma a una de sus obras.

Aún con su experiencia y con lo que ama su trabajo, añora poder industrializar su pequeña empresa.

“Para esto se necesitan herramientas como afiladoras y un taladro, pero son herramientas caras que no puedo comprar”, aseveró.

Oriundo de Grecia, este pujante trabajador asegura que su mejor punto de venta es donde se encuentra actualmente: Chachagua de San Ramón, donde vende sus canastas desde ¢500 hasta ¢7.500, uno para guardar ropa.

A orillas de la vía pública, tiene su pequeño e improvisado taller, muy cerca de su humilde vivienda, pero de donde espera muy pronto salir, pues gracias a la elaboración de canastos va a cumplir el sueño de su familia: tener casa propia.

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