Martes 7 de diciembre, 2004. San José, Costa Rica.


Recuento de los hechos más relevantes en nuestro país durante el 2004... Luis Miguel en concierto... Luis Miguel en concierto... Luis Miguel en concierto... Luis Miguel en concierto...

Campeonato Nacional 2004-2005


 

Perspectivas

Mi lección de Navidad

Mónica Umaña

La semana pasada conocí a Juan, Nelly, Luzmilda y Chepe. De todos aprendí algo, más allá de reconocer en ellos la valentía que los envuelve.

Pocas veces tengo la oportunidad de toparme de frente con la sobrevivencia, la humildad y el valor que estas personas tienen.

Conocerlas me hizo cuestionar lo mal agradecida que he sido cada vez que le reclamé a Dios por un resfriado, por las veces en que quise quedarme en la cama, en lugar de trabajar, pues estaba muy cansada, y por los momentos en que renegué por haber tenido un mal día.

Juan perdió la movilidad de su cuerpo luego de lanzarse a una poza y golpearse en el fondo, accidente que le quebró la cervical.

Nelly padece de una rara enfermedad, mielomeningocele, que ya le robó sus dos piernas.

Chepe carga consigo las secuelas de la polio, maneja su silla de ruedas con la barbilla, y sus fuerzas internas son más poderosas que las de muchas personas que conozco.

A Luzmilda la dejé de última porque su caso me impactó al máximo. Mientras caminaba junto a su hija, un automóvil las arrolló. Ambas están tratando de salir adelante, juntas. Luzmilda aún sonríe, lo hace con dificultad, pero sus ojos son el espejo de una mujer que trata de pasar un día a la vez, de sobrevivir, de aferrarse a esta vida y a la esperanza de tener a su hija junto a ella.

Todos están en una silla de ruedas. Y de todos obtuve sonrisas, relatos detallados, historias verdaderas.

Más rabia sentí cuando le pregunté a Luzmilda por el carro que la atropelló. Ella no sabe nada, no recuerda nada. Solo sabe que un conductor imprudente le cercenó la posibilidad de criar a su hija como ella quería.

Aún no sé si el conductor se dio a la fuga o está pagando por lo que hizo, pero nada le devolverá a Luzmilda la paz y la salud a su vida.

Todos ellos son residentes del Hogar de Rehabilitación de Santa Ana, donde hay decenas de casos, personas que sufren y padecen dolor. Muchos están abandonados por sus familias y, por eso, ven este lugar como su único hogar. No conocen más familia que el personal que diariamente les ayuda a bañarse, a levantarse, a comer, a vivir.

Todos ellos sonríen. Lo hacen con honestidad. Están agradecidos por tener una nueva oportunidad de vivir.

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