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Del redactor
La decisión es nuestra Pablo Guerén C.
En columnas anteriores me he referido a las bondades y la necesidad urgente de poner en marcha el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos. Siempre recibí a cambio la crítica de los mismos pequeños grupos que, de vez en cuando, marchan por el centro de San José oponiéndose a todo, sin proponer nada.
Hablé de las proyecciones que, por ejemplo, realizaba el gobierno “socialista” de Chile sobre lo que sería su TLC con Washington. Hoy, solo 10 meses después de que ese acuerdo se ha puesto en marcha, las cifras destruyen toda la parafernalia y el discurso absurdo de aquéllos que piden al presidente Abel Pacheco olvidarse de nuestro TLC.
En solo 10 meses, el TLC Chile-Estados Unidos significó un aumento de 27 por ciento en las exportaciones del país sudamericano a suelo estadounidense, y un incremento del 26 por ciento en sus importaciones desde ese mercado, con un intercambio anual estimado en $7.000 millones.
Chile también firmó, el año pasado, un TLC con Corea del Sur. Durante el primer semestre del 2004, las exportaciones de Chile a Corea llegaron a $936,9 millones, lo que representa un crecimiento de 83,3 por ciento en relación al mismo período del año 2003.
En cuanto a las importaciones, éstas tuvieron un crecimiento de 20,5 por ciento al registrar un monto de $300,5 millones.
Éstas son cifras concretas. Realidad pura. No palabras y puños al viento, sin contenido alguno. Es decir, don Abel, con todo respeto, no espere más.
Si su Gobierno quiere pasar a la historia por el combate a la corrupción, caiga quien caiga, alegue quien alegue, eso está bien. Muy bien. Pero el TLC es urgente. No lo condicione. Vea las cifras y los ejemplos positivos. No tema a quienes se oponen por oponerse a una globalización que llegó para quedarse, o a los que creen que pueden imponer sus supuestos planteamientos bloqueando las calles. Le aseguro que somos muchos más los que queremos una Costa Rica que no solo mira a Norteamérica, sino que también ambiciona ser el puente comercial centroamericano con la vieja Europa y los tigres del Asia. La decisión es nuestra.
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