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Traslado
Luis Arley Villalobos Rivera permanecía ayer, a las 3:00 p.m. en Emergencias del Hospital México, adonde había sido remitido del Monseñor Sanabria, de Puntarenas.
José RIVERA/Al Día
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Milagro navideño
Único sobreviviente al caer auto en guindo Rodolfo MARTÍN
rmartin@aldia.co.cr
Lo último que recuerda haber exclamado antes de recobrar el conocimiento nueve horas más tarde y percatarse de que se encontraba solo dentro de un automóvil completamente destrozado, fue: “Nos matámos...nos matámos”.
Luis Arley Villalobos Rivera, recordó ayer en el Servicio de Emergencias del Hopital México, que no tuvo tiempo ni siquiera para pensar en su madre, sus 13 hermanos, su esposa o sus dos hijos.
Este obrero de construcción, de 28 años, fue el único sobreviviente de un grave accidente de tránsito ocurrido el sábado por la noche cuando, con sus dos amigos, salía de Monteverde hacia Naranjo, y el auto en que viajaban cayó a un precipicio.
El iba adelante, a la par Germán Carballo Rojas, de 38 años, quien conducía, y atrás venía Luis Ángel Zamora Matamoros, de 59, el otro compañero.
A continuación un resumen de una entrevista que concedió a Al Día:
– ¿A qué hora salieron de Monteverde?
– A las 7:40 p.m.
– ¿Cómo transcurría el viaje?
– Normal. La noche estaba clara y Germán iba despacio.
¿De qué hablaban?
– Simplemente bromeábamos con la idea de pasar a comernos un ceviche y un pescado a Puntarenas.
¿Cuál era el motivo del viaje?
– Llevar a Luis Ángel a su casa en Naranjo. Germán pasaría un momento a la suya, en San Ramón, para volver a Monteverde.
– ¿Que pasó?
– Veníamos, cuando de pronto nos pasó un carro y Germán bajó la velocidad. Sin embargo, no se cómo el carro resbaló, le dio la vuelta así, aceleró y salimos por el aire hacia un precipicio de 300 metros. Tal vez, Germán no conocía el trayecto, en especial por la gran cantidad de curvas y todas muy cerradas”.
– ¿No tuvieron tiempo para nada?
– Así es. Lo único que dije fue: 'German....nos matamos'. El se tiró y quedó a unos 25 metros del inicio del precipicio.
– ¿Llevaban puestos los cinturones de seguridad?
– No, ninguno.
– ¿Fuiste el único que quedó dentro del carro?
– “Si, reobré el conocimiento el domingo, a las 5:00 a.m.
– Una vez que salieron por el aire qué supo de sus amigos?
– Nada...nada.
– ¿Cuál fue su reacción al recobrar el sentido?
– Una sensación de pánico, porque mis compañeros no estaban a mi lado y porque al querer levantarme no pude hacerlo debido a que sentía la espalda partida.
–¿Qué hizo?
– “Comencé a gritar para ver si German o Luis Ángel estaban vivos. ¡Viera que impresión más fea me llevé cuando miré hacia atrás y vi a Luis Ángel todo 'desquebrajado' porque el carro quizá le había pasó por encima”
– ¿Y ¿Germán?
–Estaba más arriba. Sin embargo, no pude llegar porque no podía caminar.
– ¿Es cierto que salió del carro y se arrastró por tus propios medios?
– Si, tal vez unos 100 metros.
– ¿Con qué propósito?
– Según yo para ir a beber agua, pero no pude. Cerca de las 10:30 a.m. llegó una gente y yo comencé a gritarle.
– ¿Qué les decía?
– Que llamaran a la ambulancia para que me sacaran. Sin embargo, no me creían. A lo mejor,
creían que era un borracho que se había quedado ahí dormido.
– ¿Cuál fue su reacción?
– Quise pensar que todo era una pesadilla y que pronto despertaría.
– ¿Cómo sobrellevó tantas horas solo?
–No tengo la respuesta. Algo me decía: 'aguante...aguante...sosténgase'. Era algo tremendo, al punto que llegué a pensar que mis compañeros estaban vivos y era lo contrario.
Secuelas físicas y emocionales
Las secuelas físicas que le dejó el accidente resultan hoy insignificantes para lo que le hubiera podido ocurrir.
A Luis Arley Villalobos Rivera, el único sobreviviente del accidente ocurrido el sábado por la noche, en el perdieron la vida sus amigos Germán Carballo Rojas y Luis Ángel Zamora Matamoros, los médicos le diagnosticaron la fractura de la clavícula y la mano derecha, como también la desmontadura de ese brazo.
Al mismo tiempo, sufre algunas fracturas de costillas y una lesión en la columna vertebral, aparte de múltiples raspones y golpes que tiene especialmente en el tórax.
Luis Arley es oriundo de Tilarán, Guanacaste, pero hace cinco meses se vino con su esposa, Luz Míriam Vargas, y sus hijos Jefferson y Michelle, de 2 años y 9 meses, a trabajar como peón de construcción en un complejo turístico.
Y ahora solo el tiempo dirá cuáles serán los alcances de las secuelas emocionales.
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