Jueves 24 de junio, 2004. San José, Costa Rica.


 


 

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Doña Zoila Rosa Sánchez recibe lecciones de cómputo en la Fundación Omar Dengo. Su experiencia le permite invitar a otros adultos a meterse en la aventura del aprendizaje.
Rafael PACHECO/Al Día

Aprender siempre

Adultos mayores enseñan que para estudiar no hay edad

Neyssa M. CALVO ACHOY

Doña Zoila Rosa Sánchez sonríe frente a la computadora.

Siempre quiso aprender a usarla pero hasta ahora no había podido. Este año decidió acercarse a la Fundación Omar Dengo (FOD), en Calle Blancos, para cumplir su anhelo.

Esta abuela, de 74 años y enfermera pensionada, siente que tiene mucho qué dar y aprender.

Las primeras lecciones las recibió en abril. Llegó a la Fundación sin saber cómo se encendía o apagaba una computadora. Y ni qué decir sobre la forma de usar el “mouse”.

Hoy la historia es diferente. Sabe navegar en internet, algo que le permite ahonda en temas que le interesan, como música y artesanías. Su reto más recientes está en asimilar los contenidos del curso de “word” y “excel”.

Ella comparte el aula con 14 personas, todas mayores de 45 años. Allí están Rodrigo Fernández Rivas, de 64, Francisco Marín y Alice Céspedes, ambos de 62, entre otros.

Enlace tecnológico

Todos los alumnos destacan su deseo de involucrarse con la tecnología. Saben que eso les abre las puertas para socializar, organizar sus ingresos y hasta comunicarse con familiares y amigos que están lejos.

Don Francisco dice que le gusta la experiencia porque se distrae y conoce gente nueva. En “su” época, dice, reinaban las máquinas de escribir, pero siente que le llegó el tiempo de ir con el desarrollo.

Elena Carreras, encargada del programa de informática para adultos mayores, dice que desde 1997 se abrió el espacio para que ellos aprendan haciendo. La Omar Dengo ofrece cursos de computación durante todo el año. Los interesados en saber detalles puede llamar al 257-6654.

Aíxa Chaves, instructora del programa de informática, señala que su grupo es especial: los integrantes llegan seguros de lo que quieren. Ninguno desea perder tiempo.

“Son muy solidarios. Algunos son más rápidos que otros, pero al final todos aprenden”, afirma.

Los cursos duran entre ocho y 15 días, como máximo. Los alumnos descansan un mes y luego, si lo desean, se matriculan en el siguiente nivel. Eso sí, deben asistir de lunes a viernes, de 8 a.m hasta el mediodía.

Con ganas

Para doña Zoila eso no es problema. Se levanta temprano y a las 6:40 a.m toma el bus de Hatillo 4 rumbo a San José.

Don Rodrigo debe apretar un poco el paso para llegar a tiempo. Su prioridad es su nieto Albán Carvajal, de 7 años. Debe dejarlo en la Escuela República del Perú, en San José, y cuando sale de clases lo recoge.

Este contador pensionado, de Jardines de Cascajal, en Paso Ancho, decidió ingresar a la Omar Dengo porque desea hacer labores de contabilidad y le será muy útil una herramienta tecnológica. Muchos piensan como él. Algunos se atreven a dar el primer paso. Usted bien podría iniciar, de la mano de la Fundación, una aventura hacia el mundo de las computadoras.

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